Alfa² 𖥔 Banginho/Minchan

Tres

Mi sonrisa se agranda cuando veo a mi
bonito chico caminar hacia donde me
encuentro yo, con un porte elegante y la
mirada suave.

Reprendo internamente a mi lobo por su
posesividad y finjo que nada ha pasado
cuando Chan se sienta en la silla de
enfrente.

Me limito a continuar sonriendo embobado ante su bonita cara.

—Me desgastarás —reprocha.

—No puedo desgastar la belleza infinita.

Trata de reprimir una sonrisa pero falla
estrepitosamente en el intento.

—Que cursi eres —dice mientras recarga
su rostro en su palma— Pensé que esto
no era una cita.

—No es una cita a menos que quieras que lo sea.

—¿Desde cuándo los alfas salen a citas
entre ellos?

—Desde que nos conocimos los dos —le
digo en broma.

Sé que baja la mirada porque está
avergonzado, pero no le comento nada al respecto.

Pedimos una par de helados y el sabor del chocolate amargo de mi helado se mezcla con el aroma a bombón de Chan. A pesar de que nunca me he considerado fanático de los aromas dulces, sonrío.

—Pensé que trabajabas aquí —dice
haciendo referencia a la heladería en la
que estamos.

Me alzó de hombros de manera algo
desinteresada. —Solamente cubría a uno
de mis amigos —le explico, y asumo que
es momento para que esta vez yo indague algo— El chico de ayer —comienzo inseguro— ¿era tu omega?

Chan ladea la cabeza, sus mechones peliazules ondean ligeramente, y una sonrisa maliciosa se asoma entre sus labios.

—¿Por qué lo preguntas?

Revuelvo lo que queda de mi helado,
que ya se ha derretido, con la cuchara
mientras me hago el desinteresado.

—Curiosidad —aseguro.

—Hmm, era mi hermano menor,
Felix —me explica cuando ve que
no diré nada más— Quería un helado y
no tuve fuerza como para decirle que no.

Mi corazón late fuertemente, pero me
aguanto las ganas de sonreír porque a
este paso pareceré un tonto.

—¿Cuántos años tienes? —cuestiono
por primera vez.

—Tengo 21, ¿qué hay de ti?

—Que coincidencia —le digo— solo eres un año mayor.

Chan se estira ligeramente en la silla y
escucho su columna tronar, a lo que hago una mueca de disgusto.

—Será el destino, entonces —bromea,
pero sus palabras hacen a mi alfa agitar la cola con alegría.