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Vacío.
Ni siquiera sabía si esa era la palabra exacta que describía como se sentía ahora mismo.
Era una mezcla de emociones que ni el mismo podía decifrar cuales eran, bueno, quizás sí.
Rabia, tristeza, frustración, ira.
Sí, alguna de esas tenía que ser.
Deseaba, deseaba desde el fondo del fondo de su alma volver al primer día, si le dieran la opción de cambiar todo, lo haría.
¿Cómo había llegado a este punto? No lo sabía, pero quizás era demasiado tarde para volver el tiempo atrás.
"¡No, no te vayas, no te puedes ir!
Otro día.
"Maldita sea, haces que todo sea más difícil"
Otra pelea.
"No entiendo como pude fijarme en alguien como tú"
Palabras desagradables que rompían su corazón en mil pedazos.
"No eres nada sin mí, Hinata"
Mentiras, quizás no tan mentiras.
"¡Tobio!"
Y aún así, lo amaba.
La gota que había derramado el vaso ¿Era este el fin?
La puerta siendo azotada.
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Es mi culpa, se decía a sí mismo.
Lo odiaba, odiaba con todo su ser sentirse así, estaba mal y necesitaba ayuda, cada segundo, cada minuto que pasaba se ahogaba más en aquel pozo que parecía no tener fondo.
Necesita ayuda de un profesional, aún así, no estaba seguro.
Sentado sobre la fría cerámica de aquel ahora solitario departamento.
Todo parecía volverse gris.
Su cabeza explotaría en cualquier momento, sus ojos ardían por todas las lágrimas que derramó en cuestión de segundos.
Quería deshacerse de estos sentimientos que lo atormentaban desde hace no mucho tiempo.
La culpa lo consumía.
Había dejado que sus emociones lo controlaran y arrastraran hacia un abismo del que era difícil salir. Odiaba no ser capaz de controlar sus sentimientos.
