1.3

460 34 1
                                    

"Puaj…".

“No, Ben, espera... Solo yo puedo tomar esto. Chico malo."

Dijo mientras dejaba una botella blanca de medicina entre el montón de frascos que ocupaban una esquina de su escritorio. En esta ocasión, solo necesitaba tomar 4 pastillas pero todavía no podía acostumbrarse a la sensación de la píldora pasando por su garganta.

Ben estaba gimiendo y se mostraba muy interesado en la medicina que habia tomado Kyle. El perro ahora tenía un montón de pelo y estaba creciendo, pero aunque ya se estaba alejando de la figura de un cachorro, para Kyle seguía siendo un bebé. Era tan glotón que sacudía la cola y trataba de meterse al hocico todo lo que Kyle comía.

Al escuchar el sonido de Ben gimoteando, su corazón se debilitó y no pudo seguir siendo duro. Kyle, que estaba empujando el hocico de Ben, acarició el suave pelo que se metía entre sus dedos, diciendo: "Shhh, sabes que no debes llorar tan fuerte". Había muchos sirvientes que no estaban de acuerdo con que se criara un animal en la mansión, pero nadie fue capaz de ver la cara ilusionada de Kyle y obligarlo a sacar al animal. Al ver que Ben pasaba todo el tiempo con él, el mayordomo suspiró y llamó a un médico para que lo revisaran. Fue inspeccionado a fondo para asegurarse de que no tuviera ninguna enfermedad que pudiera transmitirle a Kyle.

“Estás creciendo tan rápido...Si yo hubiera nacido saludable, ¿habría crecido así? Igual que mis hermanos".

El pequeño cachorro ya era lo suficientemente grande como para caminar entre el bosque por su propia cuenta. Aunque todavía se comportaba como un bebé, ya había crecido hasta la altura de sus rodillas. La cola que frecuentemente se balanceaba con fuerza, era bastante dura, por lo que si lo golpeaba accidentalmente, surgiría un dolor sordo y pesado.

Los ojos ámbar lo contemplaron. El toque que lo acariciaba se ralentizó suavemente. Cada vez que caminaba con Ben por el bosque o cada vez que veía a los sirvientes en movimiento, sentía una admiración por la intensa vitalidad que ellos tenían y a él le faltaba, incluso el sentimiento le venía cuando escuchaba a los pájaros cantando tan animadamente por la mañana

Kyle tocó la portada del grueso libro que había en su escritorio. Se trataba de la historia de una aventura en barco. En la novela, había una parte que describía lo precioso que era el aire fresco del mar al amanecer, como si se pudiera beber el cielo azul. Mientras leía las frases tan descriptivas, trató de imaginar la sensación, pero la mayoría de las veces que intentaba algo como eso, se rendía rápidamente. Para él, si llegara a respirar el aire fresco del amanecer, al instante en el que el viento comenzara a entrar en sus pulmones, perforaría sus alvéolos como si fuesen 200 agujas. La realidad no era nada bonita. 

"Ben, lo siento por ser tan débil".

Durante estos  días, Kyle se la pasaba pidiendo a sus sirvientes leer libros sobre cómo criar un perro. Por la velocidad de su crecimiento y la forma de su cara afilada, podía notar que Ben no era sólo un perro de raza salvaje. Parecía natural que se convertiría en un perro fuerte y grande. Sabiendo que los perros grandes requieren mucho tiempo para caminar y comer, Kyle comenzó a preocuparse. Se había jactado de asumir la responsabilidad por sí mismo, pero le empezaba a parecer prácticamente imposible.

"No te saltes la medicina, come muchas verduras aunque no te las quieras comer, ve a la cama temprano"- le decía su médico y Kyle nunca pasaba por alto ninguno de sus consejos, esperando que eso aumentara su resistencia aunque sea un poco.

"No sé cuánto tiempo voy a poder vivir. ¿Podré llegar hasta los 50 años?"

No me lo puedo imaginar. Murmuró para sí mismo. Al darse cuenta de que Kyle estaba triste, Ben se puso de pie sobre sus rodillas con las patas delanteras, se estiró y le lamió la barbilla. Cuando su lengua larga le hizo cosquillas en la cara y el cuello, Kyle empujó a Ben riendo suavemente.

"Me haces cosquillas, Ben....”

¿Por mucho que tome estas medicinas, tendré que vivir así el resto de mi vida? Cuando tenía tales pensamientos, siempre caía en la melancolía. Cada vez que expresaba su ansiedad por el resto de su vida, todos le aconsejaban y lo consolaban diciendo que la medicina haría efecto pronto o que estaba mejorando lentamente. Sin embargo, Kyle pensaba que era más reconfortante aceptar su realidad con sinceridad que escuchar consuelos vacíos.

"Mañana va a estar completamente soleado, así que salgamos a caminar juntos".

Frotó su frente contra la pequeña y esponjosa nariz, una de sus partes favoritas del cuerpo de Ben. El hocico, que cada día era más largo, hacía que Ben parezca un perro adulto, a la vez que le daba un aspecto agradable. Fue un toque suave.  Ben olió mientras le frotaba la frente lentamente, luego sacó la lengua. La punta de su nariz y sus labios fueron lamidos y Kyle cayó de inmediato en la cama.

El secreto de Evan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora