Prólogo

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Querido amigo mío. Supongo que puedo llamarte así, a estas alturas.

Escribo esta larga carta para explicarte lo que he logrado averiguar sobre este extraño planeta al que has logrado acceder en los límites del Cosmere, en agradecimiento por el favor que me hiciste hace tiempo cuando estuve de paso por Scadrial.

Aunque primero, quería expresar mi sorpresa por dicho hallazgo.

¿Quién iba a sospechar que la influencia de la Investidura podía llegar tan lejos sin una Esquirla que la acompañara?

¿Quién iba a sospechar que la influencia de la Investidura podía llegar tan lejos sin una Esquirla que la acompañara?

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Tarial no había estado nunca en una fiesta de alto copete.

Imaginaba como serían, pero no había pensado jamás que llegaría a estar en una de esas. Por las películas las había idealizado como las dos caras de una moneda: lujo, modales y fineza por un lado, oscuridad, conspiración y puñaladas por el otro.

Esa dualidad le atraía como las polillas a la luz de una llama. Le parecía, según sus propias palabras, repugnantemente intrigante. ¿Cómo podía ser que toda la clase alta pudiera mantener un mismo papel que todo el mundo interpretaba por igual, pero a la vez que fuera tan difícil de descifrar incluso por quienes vivían en ese mundo desde recién nacidos? Traiciones, mentiras, medias verdades, promesas ambiguas, letra pequeña en contratos tramados entre susurros deslizándose entre un mar de palabrerío que movía el telar del mundo, como un maestro titiritero que hacía danzar sus muñecos. Pero en este caso, los propios títeres se robaban los cordeles entre ellos con meñiques alzados y risas ensayadas, sin puños ni pólvora de por medio.

Era, sencillamente, fascinante.

—¿Aquí aparecerá? —preguntó Tarial al aire sentado contra el borde de la azotea de un bloque de pisos un par de manzanas lejos del lugar donde se celebraba la fiesta, una iglesia erguida en honor a la moda renacentista con ladrillos de piedra marrón claro e irregular que intentaban simular una antigüedad que no tenían. La luz del interior y el retumbar de la música hacían evidente que ese lugar no era de culto, precisamente, y también dudaba que alguien celebrara un sermón a las dos de la madrugada.

Mis agentes así lo han vaticinado, dijo una voz en su cabeza. Era firme, cálida y familiar, como un padre cariñoso que habla a su hijo con cariño. Esa frase era cierta en más de un sentido.

—Voy a ciegas a encargarme de un Inquisidor de Acero —Tarial lo dijo con dureza, como si acabara de declarar un crimen. En parte lo hizo para acabar de interiorizarlo. Esas criaturas le seguían dando escalofríos—. ¿De verdad que no puedes darme ningún consejo?

Esto no se puede resolver de la forma sencilla, respondió la voz. No puedes simplemente matarlo, llamaría demasiado la atención un cadáver como el suyo. Y apresarlo tampoco es una opción, sería aún más difícil que asesinarlo. Simplemente debes evitar que haga lo que sea que haya venido a hacer.

—Que tampoco tienes ni idea de qué será.

La voz no respondió, pero Tarial entendió ese silencio: "No, no lo sé." Que difícil debía ser para una Esquirla aceptar que había cosas que escapaban a su control. Tenían el poder suficiente para etiquetarse a sí mismas como divinidades, pero sus propias normas podían ser usadas en su contra, si se sabía cómo.

Aleación de mundos - Fanfic (Nacidos de la Bruma [Mistborn] x My Hero Academia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora