Capítulo 2

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Al no haber una Esquirla que le diera forma, la Investidura no tenía nadie que de forma arbitraria la moldease a unas características y propiedades concretas. Y no hacía falta, pues parece ser que presenta unas normas a seguir aún con el aparente caos que es ese sistema de magia.

Lo más probable, pues, sea que Adonalsium mismo creó ese planeta y alteró el ADN espiritual de la humanidad allí residente para que siempre dispusieran de grandes cantidades de Investidura innata, introduciendo además las normas que lo rigen hoy en día.

Lo más probable, pues, sea que Adonalsium mismo creó ese planeta y alteró el ADN espiritual de la humanidad allí residente para que siempre dispusieran de grandes cantidades de Investidura innata, introduciendo además las normas que lo rigen hoy e...

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Tarial fue liberado al día siguiente de su desastroso interrogatorio.

No sabía cómo, pero menos se atrevía a preguntar. Simplemente unos agentes fueron a buscarlo a su celda ya casi entrado el mediodía, la abrieron y lo escoltaron a la calle, momento en el que los agentes volvieron a entrar en comisaría dejando a Tarial en medio de la cuidad de Japón sin ningún tipo de explicación.

Este no dudó y empezó a caminar rápidamente siguiendo el flujo de gente que había por la calle, pero un nubarrón de inquietud se estaba formando en su cabeza. Intentó hablar con Armonía, pero la Esquirla no respondía. Tarial se limitó a seguir andando hasta que llegó a un callejón en el que (por suerte) no había nadie, por lo que dio un vistazo atrás para cerciorarse de que no le seguían e ingirió un frasquito de acero y hierro de su cinturón de metales para impulsarse hacia la azotea de uno de los bloques de pisos que tenía a los lados, donde sintió una sensación de alivio que le ayudó a calmarse un poco.

Se sentó contra el borde de la azotea que daba a la calle y respiró hondo, intentando tranquilizarse.

—¿Armonía? —preguntó de nuevo Tarial, esta vez en voz alta—. ¿Qué narices acaba de pasar?

—Yo le pedí que no te dijera nada al respecto.

Tarial se levantó al instante a la vez que echaba mano a una daga de obsidiana que no llevaba encima. Maldijo en su mente a la vez que se daba cuenta del hombre que estaba sentado frente a él en el lado contrario de la azotea. ¿Cómo se le había podido pasar por alto?

Tarial frunció el ceño. Dicho hombre le resultaba familiar.

—¿Te conozco? —preguntó Tarial con voz imperiosa.

—No —contestó el hombre sin alzar la mirada. Estaba sacando brillo a una pequeña flauta de madera negra con un pañuelo blanco. Tenía una cara bastante inusual, con el mentón afilado y rasgos que lo hacían parecer estereotipadamente audaz, conjuntado con un pelo albino y ojos celestes de un color tan claro que parecían falsos. Vestía una chaqueta negra elegante con botones junto con unos pantalones y zapatos a juego. Siguió hablando—. Pero yo a ti sí. Bueno, si te suena mi aspecto, supongo que es porque el viejo terrisano me habrá mencionado más de una vez. No lo culpo. Confío en su criterio sobre a quién revela dicha información.

—¿Quién eres?

—Para ti, un desconocido —respondió el hombre con calma mientras sujetaba la flauta como si fuera un catalejo, evaluando su interior—. Y pretendo que siga siendo así hasta cierto punto. No voy a tener favoritismos con el ojito derecho de Sazed, lo lamento. Bueno, no, no lo lamento. Falsa modestia, disculpa. Esto último sí que lo lamento de verdad.

Aleación de mundos - Fanfic (Nacidos de la Bruma [Mistborn] x My Hero Academia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora