∆Capitulo2∆

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Dilara Wins

Y nunca me había sentido tan infantil en mi puta vida, y menos delante de la belleza petulante del imbécil.

Tampoco planeé sentirme así por culpa de la Dilara de 14 años que le dio por escribir su nombre en el libro de una biblioteca, el libro más caro de la biblioteca, del pueblo, el libro por el cual iba allí cada día, solo para asegurarme de que nadie lo había comprado.

—Dilara, lo siento querida, pero no podría negarme, después de todo es mi trabajo.

—¡Has vendido mi vida Mía, todo lo que quedaba de los años en los que fuí feliz!—Proclama toda mi tristeza y los siento muertos otra vez, y mi alma se va con mis padres, otra vez. Mía vendió mi libro, ya no debería decir mío.



Liam Hemsworth

(Llamada telefónica)

—Señor, le confirmo, es ella.

—¿Están seguros de que ese es su nombre?

—Sí señor, seguro, está viva.

—Bien, en 2 horas en mi despacho.

Tocan la puerta, es mi empleada Mirtha.

—Disculpe señor, su madre está aquí.

—Dígale que entre a mi despacho.

Siento los tacones de mi madre, ¡cómo le encanta usarlos!

—Hijo, me alegra tanto que estés bien
—dice en un maternal y reconfortante abrazo.

—Claro que lo estoy mamá, siempre lo estaré por ti.

—Hijo, entonces vámonos—dice al borde del llanto—no quiero que suceda un tercera vez, solo entonces, ya no podría más, no me deshagas de esta manera Liam.

—Madre, nada sucederá, al menos nada que no deba, y ya te dije: no nos iremos hasta que terminemos, y menos ahora que ya he comenzado.

—¿Qué has hecho Liam?

—Te tengo una noticia mamá, está viva—digo sin rodeos, nunca me han gustado.

—Di...Dilara está...

—Viva—completo la frase, abre los ojos como platos—y es aún más hermosa que esa última vez.

—Quiero verla hijo, dime dónde está, su número para llamarla y visitarla.

—Mamá no es así de fácil— ceso su comprensible desesperación—Ella no está lista, y no sé si me recuerde.

—Sería comprensible que no lo hiciera, no queda nada del el Liam de 11 Años, a penas el color de tus ojos y tu cabello, ¿qué quedará de la Dilara de 10?

—Ha cam...—me interrumpe la puerta—¿Si?

—Señor lo busca  el joven Mathew.

—En seguida voy— dirijo mi mirada a mi mamá — por favor madre necesito que estés tranquila pese a lo que te acabo de informar.

—Tranquilo hijo, lo intentaré—acompaño a mamá hasta la puerta, encontrando a Mat en el salón principal, mamá se va, dejándome a solas con mi amigo, después de saludarlo.

—Ve a tu guardarropa y elije un atuendo negro, la ocasión lo ameritará Mat.

—¿De verdad?—Observa mi rostro con sorpresa—¡Joder! Si no llevamos ni dos semanas aquí.


Dilara Wins

Prácticamente lloré para que me confesara quien se llevó mi libro, y no sirvió que le pidiera, así que mientras se entretuvo revisé la lista de actividad de la biblioteca en el día, y entonces ví su nombre, su dirección y otros detalles, y adivinen, ¡venga!, que la pregunta no está complicada.

Liam Hemsworth, cada que leo su apellido me siento tan extraña, no lo sé quizá es un deja vu, así como la paz que transmite el estar cerca suyo es tan conocida.

En fin, anoté su dirección y aquí estoy, en camino a su hogar, y es mejor que me apresure por que empezará a llover en cualquier momento.

En efecto, llueve sin parar y al menos he llegado a una...¿ mansión?

Con que por cosas como esta se cree el niño rico.

Toco el timbre y una amble señora me dice que pase, aunque estoy mojada y me da mucha vergüenza pero dijo que era irrelevante y que esperara a ¿"Su señor"?, ¿Por qué le dice así?

—¿Debo decir hola una sexta vez enana Wins?— la maravillosa vista hacia un silvestre bosque que me brinda el ventanal de cristal me roba hasta el aliento y a él mi atención, a parte, me abstraen otros pensamientos en lo que lo esperaba.

—Hola-—casi titubeo, es que no puede verse más sexy el condenado, con esa camisa blanca remangada hasta los codos con tres botones abiertos dando a ver sus pectorales, el cabello le cae en los ojos cuyo brillo se opaca por el clima, con una taza de café y un libro en la mano... espera, ¿un libro en la mano?

—¿Quieres café?—me dice con esa voz irresistible, y no sé qué hago pensando así pero a la vez vuelvo a sentirme en un ambiente acogedor, antes conocido.

—No, en realidad quiero mi libro—contesto.

—Pues..., dos cosas querida Wins—dice antes de dar un sorbo a su café y sentarse calmadamente en su sofá —primera: no podrás disponer de tu libro siempre que lo quieras, a partir de hoy, si lo quieres tendrás que venir a buscarlo, ya veo que te sabes la dirección, y número 2...¿No crees que ese sostén te está un poco grande?

¡¡¡Mierda, Mierda y trescientas veces Mierda!!! La ropa que era ancha ya no lo es porque está empapada y se ve mi sostén rojo, y me queda mínimo una talla más grande.Mis mejillas hierven y él pasivamente bebiendo café.

Por mucho que lo intente, y aunque pasen los años, nunca podré tener una vida normal, antes me seguían asesinos y ahora lo que me mantenía viva  espiritualmente está en manos de un idiota ( un idiota que comenzaba a llamar mi atención, incluso comportándose egocéntricamente).

¿Vida normal?, ¿ Dilara qué es eso?

Recojo mi bolso de la mesa y me dispongo a irme.

—¿No vas a despedirte Dilara?

—No te lo mereces.

Intento abrir la puerta pero está herméticamente cerrada.

—Yo que tú me despido, porque la puerta no se abrirá sola—se burla.

—Adiós Liam, ¿abres ya la puerta porfavor?

—Esa despedida no me gusta—señala su mejilla con el dedo índice, fingiendo cansancio me acerco a su mejilla y antes de darle el beso, se aleja de mí, y con su mano alborota mi pelo.

—Que obediente eres enana Wins. ¿Mirtha?—Que hijo de puta.

—¿Si señor?—responde la empleada tras la puerta.

-—Ya puedes abrir la puerta.—Asi que la amable señora era parte del juego.

Una y Mil Veces SuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora