Prólogo: Las profundidades

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Despertó, y rondó por su territorio.
No estaba apurado, no estaba hambriento, solo olía, veía y escuchaba.

Las profundidades no estaban calladas.

El sonido más profundo era el tiempo; el constante y lento moler de la tierra, el deslizamiento de piedras bajo piedras. Él escuchaba, pero no con sus orejas, sino a través de sus huesos. Era más ruidoso en los lugares cálidos donde se alimentaba y descansaba, pero estaba en todas partes, en el fondo contra el cual existían todos los demás sonidos. A veces se volvía más agudo cuando la tierra se resquebrajaba, y el calor salía, trayendo sustento.

Más rápidos eran los cantos de las mareas, donde ninguno era igual a otro. Él conocía el contorno de cada continente solo por el sonido de sus mareas, moviéndose dentro y fuera como un aliento. Incluso en el océano profundo, no hay dos trincheras o montes submarinos que sonarán igual cuando la superficie se hinchaba y hundía sobre ellos.

Ya sean pequeños y rápidos, los clics, los altos y bajos llamados de los grandes nadadores, el pitido agudo de los más pequeños, los gruñidos, silbidos, chirridos de vida.

El mar nunca estaba en silencio.

Pero había sido más tranquilo, antes de que los extraños sonidos invadieran el océano; el batir, el golpeteo y los chirridos de cosas sin vida que dejaban el olor a aceite detrás de ellos. Los grandes nadadores ya no se escuchaban bien. A veces se perdían en el camino, no podían encontrarse unos a otros. A través de las eras, los sonidos del mar habían cambiado, pero nunca tanto ni tan rápido.

Ahora había una nueva canción. Pulsaba a través de las profundidades, débil, pero inconfundible. La voz de algo en su territorio que no debería estar ahí.

Godzilla KOTM La novelización oficial de la películaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora