ÚNICO.

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La primera vez que Jimin vio a Jungkook fue mientras caminaba por los amplios pasillos que conducían a la biblioteca de la universidad, hace casi ya año y medio.

Jeon Jungkook era difícilmente alguien que pasaba desapercibido, su persona atraía como las abejas a la miel a la mayoría del campus, hombres y mujeres por igual, por más que este se negara a creerlo o actuara demasiado modesto. Durante mucho tiempo Jimin aprendió de esa cara de Jungkook. La tímida, solitaria, popular y honesta.

Hasta que su propio ser no pudo conformarse, y su simple interés escaló más allá de lo moralmente aceptable, más allá del ámbito correcto.

Park Jimin se convirtió en su sombra.

Una sombra posesiva, obsesiva y poco tolerante.

Cada día de la semana, seguía los mismos pasos que Jungkook, casi pisando sus talones por donde fuera que caminara. En las clases, los pasillos, la cafetería, la biblioteca, salidas con amigos o incluso tardes en su departamento, apartado de la sociedad. Jimin sabía cada mínimo detalle de la ajetreada vida de Jungkook, se había dado el tiempo de averiguarlo. Desde su horario académico, hasta sus idas al gimnasio o las tardes en la playa.

Jimin lo sabía todo.

Jungkook era un chico popular más allá de la facultad de negocios, toda la maldita universidad conocía su rostro y su nombre resonaba sin cesar en cada camino que tomaba. Jimin, por otra parte, era conocido, sí, pero no en mayor medida, era popular en un sentido totalmente diferente al de Jungkook, él era un estudiante sobresaliente, poco social, pero con las mejores notas y trabajos. El curso lo conocía por ello, por ser el mejor de clase. Jimin no tenía muchos amigos, no como Jungkook, quien a donde fuera que iba un gran grupo de chicos le seguía como lobos a su líder. Jimin pasaba desapercibido, Jungkook nunca lo hacía. Él era el foco de atención, el acto principal de cualquier baile.

El sonido chirriante de las sillas al ser arrastradas inundó todo su campo de audición, despertándose de sus pensamientos. Enseguida notó que sus compañeros salían apresurados del aula, Jimin lo hizo también. Se puso a guardar sus pertenencias en su mochila, acelerado, revisando la hora en su reloj de mano, tenía un par de minutos para encontrarse de casualidad con Jungkook. Apenas y cerró la mochila cuando la mitad de su cuerpo salió disparado por la puerta. Demasiado ansioso de no perderse aquel momento exacto del día, cuando el horario de clase terminaba y tenía que regresar a casa para un largo fin de semana.

—Joven Jimin —el llamado por parte del profesor Wong le hizo detenerse a medio camino. Maldijo por lo bajo.

—¿Si, profesor? —contestó, fingiendo serenidad y paciencia ante tal interrupción.

—Quisiera felicitarle por el ensayo que entregó en mi clase el día de hoy, como siempre usted siendo el mejor de todo el curso. —El hombre canoso le sonrió, todo dientes blancos y perfectos. Jimin internamente se contrajo, el profesor coqueteaba con él, de nuevo.

—Gracias, profesor Wong. Es un gusto saber que mi trabajo ha sido de los mejores, es bueno para mi retroalimentación —soltó, sin corresponder a la sonrisa airada del maestro. Quería huir de allí—. ¿Puedo ayudarle en algo más?

Por un momento exacto, los ojos casi grises del hombre mayor parecieron brillar ante la sugerencia. Sudor frío bajó por su espalda.

Jimin tragó saliva. Justo antes de que el otro pronunciara palabra, pudo ver como Jungkook salía de su aula, doblando una esquina tan pronto como su vista lo percibió. Iba tarde.

—Lo lamento, señor Wong, pero tengo que irme a un asunto urgente. Espero con ansias su próxima clase, nos vemos —apenas y se despidió con la mano antes de salir disparado tras los rastros de Jungkook. Caminando de manera rápida, sin embargo con el perfil bajo.

DIE FOR YOU | KMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora