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Durante todo el entrenamiento, Henry se sentía extrañamente distraído, era consciente de que era debido al estado de ánimo de Santiago porque podía sentirlo por su vínculo. Felicidad y alegría era todo lo que estaba sintiendo, quizá estaba con su familia o viendo una película, pero ese pensamiento le distraía haciendo que recibiera varios balonazos en la cabeza y burlas de sus compañeros.

Al regresar a su casa vio todo extrañamente igual, sin ruido, era extraño porque siempre que Santiago estaba con él era constante que viera comida delivery en la sala, zapatos regados por todo el lugar, algo que indicaba que la casa estaba ocupada, pero ahora no, ni tampoco podía sentir el aroma a bombón y jazmín que por lo general llenaba su hogar.

Probablemente estaba con sus suegros y por eso la euforia, se dio una ducha y se puso cómodo para estar en casa. Últimamente la idea de pedirle matrimonio a su omega rondaba su cabeza, pero tenía tanto para considerarlo, lo cierto es que se sentía un poco egoísta con ese pensamiento.

Encendió la pantalla y miró un programa cualquiera pues sabía que no le pondría atención. La carrera de Santiago apenas comenzaba e iba demasiado bien, mentiría si dijera que no se siente orgulloso de lo que su novio había alcanzado en poco tiempo a diferencia de otros futbolistas y a él le quedaba menos de una década para retirarse. Realmente no quería que Santi se sintiera obligado por su omega a estar con él a pesar de ser destinados, lo amaba, con locura, pero ninguno de los dos estaría dispuesto a abandonar su carrera en ese punto, siendo ambos considerados los mejores delanteros del momento. Era todo un caos en su cabeza.

La puerta se abrió y el aroma dulce de Santiago se hizo presente llenando todo el lugar.

-Mi amor.

El rostro del menor le hizo fruncir el ceño y levantarse rápidamente del sofá se supone que estaba feliz, entonces, ¿porqué parecía que había llorado?

-Henry... -Atrapó entre sus brazos a su novio que lloraba desconsoladamente en su pecho, sólo atinó a abrazarlo, susurrarle cosas bonitas y soltar de sus feromonas para intentar tranquilizarlo.

-¿Qué pasó, Santi? Me preocupas -lo tomó delicadamente de las mejillas limpiando las lágrimas que caían por ellas. El omega negó mirándolo con sus bonitos ojos esta vez rojos e hinchados.

-Nada, cariño, es solo que... Me puse sensible, ya sabes, todo me pone sensible últimamente.

-¿Fuiste con tus padres? -el menor volvió a negar sorbiendo por la nariz.

-No, pasé a comprar unas cosas que ocupábamos aquí, ¿porqué?

-Es que sentí que estabas muy feliz desde en la mañana, supuse que era porque estabas con tu familia.

-No, pero si vi a alguien de mi familia, pero fue por una pantalla.

-Ah, ¿hablaste con tu abuela? -Santiago lo miró con diversión asintiendo lentamente. Tomó la mano de su novio llevándolo de nuevo al sofá sentándose a su lado.

-Mi amor, hace mucho que no veo a tus padres, ¿cuándo vendrán?

-Eh, no lo sé, ¿quieres verlos? -asintió efusivamente.

-Si, hay que invitarlos a tu próximo partido del domingo. Aparte, extraño la comida de tu mamá, ¿te acuerdas la cochinita pibil que hizo antes de que me fuera a Roterdam?

-Si, recuerdo que lo hizo porque "su niño" tendría que probarla antes de irse.

-Tu mamá es un amor, vamos, invítalos y hacemos algo el sábado todos en familia.

-Bien, bien, tú ganas, en la noche que le hable le voy a decir -ahora fue el turno del menor de tomar las mejillas de su alfa, acarició su barba y se acercó a dejar un pequeño beso en sus labios.

Omega Fértil [Henry×Santiago]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora