Prólogo

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Aquél pueblo me daba desde que era pequeña una vibra rara. Su paisaje estaba teñido siempre de un color azul, y aunque era un pueblo costero donde hacia relativamente más calor de lo normal, el cielo usualmente se veía cubierto por las nubes.

El hastío de la casa de verano familiar siempre me había aborrecido. Yo era una chica activa y agradable, a la cuál le gustaba estar con sus amigos en todo momento, y encontrarme separada de ellos por un mes me parecía insoportable. Buscando algo interesante para hacer, empecé a explorar la casa.

Una de las aficiones de mi abuela era pintar. Tenía una habitación reservada exclusivamente para ello. En ella, había muchos cuadros y pinturas desparramados por el suelo. También algunas cajas semejantes a las de la mudanza. A mí nunca me había interesado el mundo del arte; excepto el de la literatura. Era lo único que conseguía relajarme en todo momento, sin embargo, nunca llevaba ningún libro conmigo en mis viajes. Solo quedaba una opción: buscar entre aquellas cajas abandonadas.

Yo buscaba una raqueta y una pelota de tenis, un monopatín, un juego de mesa, o, por qué no, un libro. Pero solo había trapos, líquidos de limpieza y otros acrílicos. Me había dado por vencida cuando saqué lo que aparentemente era un trapo negro. Seguido me di cuenta de que era una tapadera de cuero de lo que parecía ser un diario. Abrí el botón de la cinta que lo sellaba y vi la primera página. "Azul".

La única persona que podía ser "Azul" era mi tía. Siempre me la han tachado de la oveja negra de la familia por todos los problemas que causó en su momento, pero yo me he mantenido al margen del asunto.

Escuché pasos detrás mía y guardé el diario en mi camisa. Era mi abuela, y parecía muy alegre. "¿Viniste a pintar?" me preguntó. Yo pensé en negar con la cabeza educadamente, pero me lo replanteé por lo aburrida que estaba. Acepté y estuve ahí toda la tarde, muy interesada por mi descubrimiento.

Cuando el día acabó, subí a mi habitación rápidamente y saqué el diario. ¿Qué preocupaciones podría tener una chica en el '96? Estaba apunto de saberlo.

Lo que leí en el diario empezó a marcarme. Era la intimidad de mi tía, pero no podía dejar de leerlo y conforme iba pasando las páginas, este me atrapaba más y más. No pasó mucho tiempo en que me devorara las diez primeras páginas, y sorprendentemente, a la undécima, entró mi madre a mi cuarto.

Ella reconoció en seguida lo que tenía entre las manos; Azul siempre lo llevaba con ella. Se quedó perpleja y me preguntó que de dónde había sacado eso. Con un miedo sin causa, le dije "Me lo dio la tía Azul". "¿Azul?" preguntó ella "¿En qué estaba pensando para darte el diario con lo que esto significa para ella? Dios, la última vez que lo vi fue cuando ambas estábamos por entrar a la universidad. Lo perdió en una caja al mudarse y nunca más lo vio... Me alegro de que lo haya recuperado; pero supongo que le traerá recuerdos amargos y por eso te lo habrá dado".

Se produjo un silencio. "Explícame más" Le dije a mi madre. "¿Qué? Respondió ella. Nunca me había interesado el drama familiar, pero Azul tenía algo especial.

AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora