TaeHyung conoció a JungKook por accidente... aunque Jeon le conocía desde mucho antes del percance, pues era el hermano mayor de su mejor amigo. El alfa sabía que eran predestinados, pero jamás había intentado hablarlo con el omega Kim debido a no q...
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Recapitular su toma de decisiones fue algo que comenzó a plantearse en cuanto el rubio ingresó a su vida.
¿Por qué? Sencillo. Tenía la constante necesidad de corroborar que sus acciones fueran coherentes con sus pensamientos y deseos.
De una manera u otra, siempre trataba de hacer todo de forma perfecta, tanto para él como para Tae; quería sorprender a su ser amado en todo su esplendor.
Su encanto con su pareja predestinada era inmedible, se sentía completamente embobado, enamorado, extasiado, eufórico, seguido de toda extensiva expresión definitoria de gratificantes sentires.
Su rubio de ojos celestes era un ser tan luminiscente, JungKook no podía evitar admirar a su hombre, un ser tan sensualmente adictivo con solo mirar.
Era tan vago que solo pensar en ello, le distraía. Recuerda todo. Desde el primer día en que lo conoció, hasta el momento en que él le prestó atención a su persona por un incidente.
Su mirada fue dirigida a un asiento vacío del aula, suspirando. Totalmente privado por voluptuosas nubes que obligaron a su rostro recargarse en el amplio y rectangular tablero exclusivo para los estudiantes.
Los recuerdos son gratos cuando se construyen con la persona adecuada. Él lo sabía. No toda memoria es digna de atesorar; y así como creía en tal pensamiento, las dudas reaparecieron porque no todo iba bien desde su perspectiva.
JungKook se sentía un tanto perdido en aquella decisión. Tres meses. Un poquito más de tres meses donde sus citas eran fluidas, románticas y singulares.
Charlas, meriendas, viajes, campamentos, fiestas juntos... e inclusive, el modelo Kim TaeHyung había tenido rumores de citas por su causa. Algo que obviamente le tenía sin cuidado, porque con orgullo podría decir que ese hombre era suyo, mas no como tal.
Porque, ¿qué sentido tendría reclamar a alguien como suyo cuando ni siquiera habían cambiado la etiqueta de cortejo a pareja?
Debía cerciorarse a dar el siguiente paso. Ya era suficiente sabiendo que compartían pequeños besos, tan puros, como encaminados a una profusa atracción carnal.
Porque sí, no lo iba a negar, sentía una encarecida llama creciendo en su interior por el omega mayor, sentía esa necesidad de poseerlo más allá de lo físico y lo emocional.
Intenso o no, le daba igual, únicamente lo quería a él, a ellos dos, juntos. Como pareja. Como novios. Como compañeros. Como alfa y omega.
Una sonrisa tonta apareció en sus labios, mas luego se desvaneció al mantener presente aquella situación en la que ahora se encontraría cada vez que su omega quisiera.
Sus mejillas se pintaron en un rosa intenso.
Sentía un pudor exuberante. Aunque más allá de eso, la inseguridad de su lobo llegando como un ardiente hielo arrojado a su rostro durante el invierno.