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para mi lindo tomatito,
el infierno en la tierra es
más ameno desde que
nos conocimos.

no olvides cuánto te amo.
siempre tú serás a quien
escogeré para romper y
reconstruir mi corazón,
ya sea en esta vida o
en la siguiente.

siempre tú serás a quienescogeré para romper yreconstruir mi corazón,ya sea en esta vida oen la siguiente

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Una nueva jornada estaba por comenzar. Los pájaros entonaban una risueña melodía, anunciando un buen augurio para ese día. La brisa golpeaba sutilmente su rostro. Los niños corrían alegremente por las veredas, ignorantes de la gran oleada de muerte y destrucción que desembocaba fuera de los límites de Gimsam, el único lugar seguro en toda la región desde el estallido de la guerra entre naciones. La mayoría de personas que habitaban ese pequeño pueblo eran parientes de aquellos jóvenes y nobles soldados que se enlistaron al combate, decididos a dar sus vidas para defender a su país. El otro porcentaje eran refugiados o inocentes heridos por los bombardeos.

Pese a la funesta situación que atravesaba Corea del Sur, los ciudadanos lograron continuar con sus vidas, respetando solo un toque de queda impuesto por los militares que custodiaban las entradas ㅡpara evitar fallecimientos masivos en caso de ser atacados.

Una de estas personas era Choi Beomgyu: un chico de 15 años que solía vivir con sus dos hermanos mayores hasta que fueron llamados al frente, dejándolo a cargo de la cafetería familiar, ubicada cerca de la roca de los amantes y que se encontraba rodeada por un hermoso jardín. En cuestión de meses, sin la ayuda de terceros, el menor aprendió a amasar y hornear diferentes tipos de panes; a preparar deliciosos postres con las viejas recetas de su madre; a servir el café más delicioso que los residentes de Gimsam habían probado en su vida. Todos decían que él, al igual que su madre antes de fallecer, poseía un talento innato para ganarse el corazón de la gente llenando sus estómagos.

Aquel día no era diferente a los demás.
Beomgyu ingresó con una amplia sonrisa a su lugar de trabajo, dispuesto a limpiar un poco antes de ponerse manos a la obra. No es que local estuviera plagado de mugre y suciedad, simplemente le gustaba mantener pulcra el área de los clientes. Bajó un par de sillas para empezar a pasar un pañuelo húmedo sobre las mesas, retirando el polvo que se acumulaba durante las horas que no había actividad en la cafetería. Mientras hacía la limpieza, tarareaba la canción que su madre siempre solía entonarle para dormir, la misma que contaba la “verdadera” historia detrás del cuento de Peter Pan y el país de Nunca Jamás.

Durante su infancia, ese relato fue su favorito. Siempre deseó hacerse amigo de Peter Pan, vivir aventuras con los Niños Perdidos en la tierra donde nunca crecías y, aunque no lo quisiera admitir porque era muy pequeño, también deseaba convertirse en la Wendy de alguien. Todas fantasías de un inocente que no tenía idea de lo que ocurriría en un futuro.

Una sonrisa nostálgica apareciera en su rostro.

Extrañaba a su progenitora. Ella fue la única figura de autoridad que tuvo a lo largo de su vida, dado que su padre falleció poco antes de su nacimiento. Algo que admiraba de ella era el hecho de que no se dejó afligir por la pérdida de su esposo. Ella misma decía que su motivación eran sus tres hijos, a quienes debía ayudar a convertirse en hombres de bien. Fue entonces que, contando con los ahorros que acumuló antes de su vida marital, compró todo el material necesario para preparar tartas y panes, decidida a convertirse en el sustento de su hogar. No negaría que recordaba verla frustrada en más de una ocasión, ya fuera porque no le salía alguna receta como esperaba o porque confundía los ingredientes a causa del cansancio, pero nada de eso la detuvo.

𝗪𝗘𝗟𝗖𝗢𝗠𝗘 𝗧𝗢 𝗡𝗘𝗩𝗘𝗥𝗟𝗔𝗡𝗗 ㅡ beomkai.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora