Aleska Wojcik dejó una marca en mi que jamás podrá ser borrada. Es difícil pensar en ella sin sentir ese fuerte dolor en el pecho que creo que se quedará ahí para siempre. Aleska se fue y con ella se llevó una parte de mi que ni siquiera sabía que tenía y de la que ahora solo conozco su ausencia.
Desde que recibí la terrible noticia de su partida no puedo evitar pensar en que desearía no haberla conocido nunca, o al menos poder apagar mi cabeza por unas horas para que los recuerdos no sigan batallando por ver cuál me hace sufrir más. Jamás hubiese imaginado que la persona que me regaló los momentos más felices de mi vida y que me brindaba un poco de luz en todo este caos también sería la persona que me dejara completamente desorientado y que me daría el momento más triste de mi vida.
Probablemente, debería empezar contándoles cómo era todo cuando Aleska aún estaba aquí, así tal vez podrían dimensionar la importancia que tenía ella para todos nosotros, o al menos para mi. Les he mencionado ya lo rápido que nos volvimos buenos amigos, y tengo que admitir que todo funcionó bastante bien considerando que ella apenas tenía amigos y que yo era el chico nuevo en un colegio repleto de miles de estudiantes. La primera vez que Aleska y yo cruzamos palabras pude sentir cómo conectamos al instante, y sí, sé que probablemente estarán pensando que es un cliché, pero jamás me había sentido tan cómodo hablando con alguien a quien a duras penas conocía. Con el transcurso de las semanas descubrí que teníamos muchas cosas en común y eso hizo que ambos nos sintiéramos como si nos conociéramos de toda la vida.
Aleska no fue solo mi primera amiga, sino que también fue la primera persona en enseñarme la ciudad que pronto se convertiría en mi hogar, ella hizo que me sintiera como en casa estando a miles de kilómetros de lo que yo consideraba mi hogar. Me mostró sus sitios favoritos y todas las cosas que la ciudad tenía para ofrecer, y aunque nunca se lo dije — y ahora jamás tendré la oportunidad de hacerlo — me sentí realmente agradecido de tener por primera vez una amiga. Pronto descubrí que a Aleska le gustaba mucho pasar tiempo fuera de casa, siempre estaba buscando excusas o cosas nuevas para hacer y eso parecía molestarle mucho a sus padres. En todo el tiempo que fuimos amigos casi no mencionaba a sus padres ni nada de su familia, y fue una de las primeras cosas que despertó mi atención sobre ella.
No quería presionarla para que me lo dijera, pero era evidente que Aleska y su familia no tenían una relación muy agradable. Muchas veces, cuando solíamos quedarnos jugando videojuegos hasta tarde, recibía llamadas y podía oír los gritos — de quien suponía que era su madre — al otro lado de la línea. Aleska simplemente oía todos esos gritos sin decir palabra y luego colgaba, siempre esperaba que ella dijera algo, pero jamás decía nada, simplemente pretendía como si nada hubiese ocurrido y continuábamos jugando como si nada. Sabía que ella detestaba que se quedaran viéndola por mucho tiempo, así que evitaba hacerlo, pero me resultaba inevitable. Me costaba imaginarme qué era lo que le esperaba en su casa cada vez que llegaba, sus intentos por postergar su llegada lo más que le fuera posible eran demasiado evidentes. Simplemente opté por pensar que ella me lo contaría todo cuando fuese el momento correcto, pero no fue así, terminé descubriéndolo varios meses después por accidente cuando un día de lluvia su abrigo se mojó y decidí prestarle el que yo llevaba. Ella se quitó el que traía puesto y pude ver la cantidad de marcas y cicatrices que tenía en su cuerpo, no fue necesario que ninguno de los dos dijera nada porque cuando ella notó que la observaba sorprendido me dirigió una mirada de tristeza y supe que lo mejor era no decir nada.
Jamás supe qué era exactamente lo que sucedía en su casa, pero Aleska siempre aparentaba ser una persona muy alegre y divertida, nunca demostraba lo difícil que le debía resultar todo aquello y nunca ibas a oírla diciendo que estaba triste. Nunca se lo mencioné, pero admiraba mucho esa parte de ella, nunca permitía que nadie la viera triste, quizás solo se trataba de algún tipo de mecanismo de defensa pero debo admitir que Aleska era una persona mucho más fuerte de lo que aparentaba.
Aleska siempre fue una gran consejera y sobre todas las cosas una increíble amiga. Siempre tenía los consejos justos y te decía la verdad sin importar lo difícil que fuera tener que escucharlo, era capaz de hacer cualquier cosa por sus amigos y lo demostraba constantemente. Sin embargo, esto parecía no aplicar cuando se trataba de ella, siempre intentaba solucionar sus problemas por su cuenta y sin decírselo a nadie, jamás pedía ayuda, ya que creía que todo era su responsabilidad. Aleska ponía alguna especie de barrera cuando se trataba de ella, cuando ella necesitaba de alguien siempre se alejaba y no te permitía acercarte y es ahora cuando pienso que debería haber insistido más con ella y no dejar que tuviese la última palabra en todo. Aleska nos necesitaba y ninguno de nosotros fue capaz de verlo.
¿Cómo es posible que ninguno de nosotros fuese capaz de ver su dolor? Realmente creí que la conocía mejor que nadie, que podía saber lo que fuera que ella estuviese pensando con solo observarla, podía notar cuando estaba más callada de lo normal o cuando algo la preocupaba, sabía a la perfección cuando ella simplemente buscaba excusas para no participar de las conversaciones. ¿Cómo es que no pude prever que esto iba a suceder? No era ninguna novedad que Aleska había pasado los últimos meses un poco más alejada que de costumbre, simplemente optaba por no salir de casa, rechazaba todas nuestras invitaciones o solo nos ponía excusas, pero supuse que sería por algo sin importancia y que pronto esto pasaría, que Aleska volvería a ser ella y que todo volvería a la normalidad. Nunca imaginé que mis peores pesadillas fuesen a convertirse en una realidad.
Esto ya había sucedido otras veces, pero Aleska siempre había vuelto a ser ella misma, jamás había pasado tanto tiempo sin escribirnos, o al menos a mi, ella jamás ponía esa barrera por tantos días. Lo habíamos tenido frente a nuestros ojos y ninguno había podido verlo, o tal vez simplemente no queríamos verlo. Pero nada de eso importaba porque Aleska se había ido para siempre y nada iba a traerla de vuelta.
ESTÁS LEYENDO
Aleska
Teen FictionTodo parecía marchar con normalidad para Jarek hasta la repentina muerte de su mejor amiga Aleska Wojcik, una joven de dieciocho años que, atormentada por su dolor y desesperanza, decidió tomar la angustiante decisión de quitarse la vida. Nada podrí...