trois

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Francia se había mantenido al margen de integrarse en demasía a la fiesta. Sin embargo, no significa que no se estaba divirtiendo, muy en el fondo, lo hacía. De hecho, incluso había dejado que se acercaran a bailarle un par de canciones una que otra europea y correspondido uno que otro coqueteo de algún país del cual ya no recordaba ni su rostro, y mucho menos su nombre. No sabía si era por el efecto que le estaba brindando el alcohol ingerido o el hecho que le eran países tan poco interesantes que no le importaban. Sabía que muchos lo buscaban en muchos ámbitos, desde citas hasta acostones, no era estúpido.

Tomó otra botella de cerveza fría que había encontrado en alguna de las mesas, no le importó mucho si ese objeto ya tenía dueño. Soltó un suspiro sofocado, la multitud ya estaba amontonada entre sí y el calor ya lo estaba haciendo sudar sin siquiera haber cruzado la pista de baile. Arremangó ambas mangas de la camisa y desabotonó su cuello junto con un poco de su pecho, llevó su cabello hacia atrás, dándole un largo trago a su bebida. Caminó hasta salir a un pasillo casi desolado y se apoyó en una de las paredes. Se dedicó a mira a las personas extasiadas desde su lugar.

—Al parecer las fiestas sí hacen maravillas— Comentó juguetón el colombiano, refiriéndose a su atuendo informal, junto con una cerveza en la mano. Muy alejado a la imagen que daba en las reuniones.

Se sobresaltó un poco y volteó su mirada hacia la voz que lo había tomado desprevenido, no supo en que momento había llegado a su lado. Arrugó un poco su nariz y no dudó en mostrar su antipatía. Siendo sincero no pensó que llegarían a cruzar palabra esa noche, lo había visto sirviendo como un buen anfitrión, en algún punto de la noche eso lo había tenido un poco decepcionado.

—¿No debería de estar con sus amigos?— Preguntó, volviendo su mirada hacia otra parte que no fuera el latino.

—Es una fiesta, todos somos amigos— Contestó astutamente, ganándose un bufido por parte del mayor.

—No somos amigos.

—Eso es un alivio, porque no tendremos que cruzar esa línea esta noche— Al contrario de lo que cualquier país haría o reaccionaría, Colombia le contestaba animadamente a cada de sus ataques. Recordó como era bueno respondiendo a sus comentarios despectivos en las reuniones, de la manera más natural posible y se cuestionó si esa manera de responder tan confiada y juguetona era parte de su personalidad.

Sintió la mirada insistente del menor en su persona, al punto en el cual no tuvo más remedio que corresponderle. Frunció el ceño al ver como sus ojos esmeraldas brillaban con intensidad y no creía que solo fueran por el reflejo de las luces lo que las hacía resaltar, no le daba buena espina lo que sea que estuviera pensando.

En medio de un cansino suspiro, se inclinó hacia el cuerpo del latino, para estar a la misma altura.

—¿Qué quieres?—Soltó con molestia, eso solo pareció divertir más al colombiano.

—¿No le gusta la fiesta?— Preguntó, algo que lo tomó por sorpresa.

¿Le preocupaba eso? Había sacado el tema prácticamente de la nada y no sabía si era porque se preocupaba de su respuesta como anfitrión o como Colombia, tampoco sabía si era sincero con esa pregunta o solo quería escucharla por su enorme ego que sabía que cargaba. Al final, todos tenemos un poco de narcisismo en nosotros mismo y Francia lo sabía muy bien.

Soltó una risa antes de contestar, revolviendo el líquido dentro del embace.

—Nunca dije eso— Aunque no había afirmado de manera directa, aún seguía doliéndole el orgullo tener que admitir que era una buena fiesta.

Admiraba la manera en la que pudo lograr que dos facciones distintas pudieran congeniar así sea un noche, donde las peleas no serían la raíz de la nacionalidad sino por otras cosas absurdas que pronto se olvidarían.

Dance the Night | FranColDonde viven las historias. Descúbrelo ahora