[Capítulo 1]

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"Coco"                                        "Coco"
                       "Coco"
    "Coco"
                                        "Coco"                 "Coco"

"—¡Despierta!"

Aquella oración le hizo saltar del susto, un peso extra sobre la cama le sorprendió aún más, el pequeño Pompón estaba sobre su pecho, otra vez.

—Eso ha sido maravilloso, teniente— suspiro el pequeño, tratando de acurrucarse de nuevo en el pecho ajeno, fue alejado por la mano buena de Azulin.
—Si, como sea, ya sabes que relación llevamos, Pompón.

El rubio se incorporó sobre el colchón, decepcionado por aquel comentario, lo sabía, oh vaya que lo sabía. Azulin se había encargado de hacérselo saber cada maldito día.

—Lo lamento.
—Dejese de tonterías, cabo, vístase y vaya al comedor, están por dar las 7am. Nadie debe verlo salir de mi cabaña.

Hizo lo que se le pidió y una vez vestido y bien despierto se precipitó hasta la puerta, su mano derecha tomo el pomo,sin embargo, antes de poder salir del lugar una duda lo asaltó.

—Teniente, quisiera hacerle una pregunta.

Azulin asintió.

—¿Ha estado usted enamorado, antes de mi?.

Aquella duda carcomía a Pompón día y noche desde aquella excursión al bosque mágico.
Azulin soltó una ligera carcajada.

—¿Y a ti quien te dijo que yo te amo?.— el ceño de Pompón se entristeció, pero no dejo de mirarle en ningún momento, atraves de esa máscara, esa maldita máscara que solo dejaba ver aquel ojo que se salvó durante esa fea caída.— Déjese de cosas, cabo, váyase. Que no tengo que responder nada.

Pompón asintió y en esta ocasión salió del lugar lo más rápido que pudo.

La puerta de cerró tras el dejando por fin de tener que ser fuerte ante su superior.

Se desplomó frente a la cabaña, rogando que el teniente hubiera respondido esa pregunta.

Pensó y pensó.

¿Como era que lo había llamado la noche que se conocieron? 

¿Coco?.

2

Para Azulin, no era difícil llegar a esa respuesta, sabía que Pompón no era el primero, ni lo sería nunca.

El primero era él, Coco, siempre sería él.

Y nadie iba a quitarle ese lugar, nadie más que el mismo Azulin.



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