PRÓLOGO

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━CHICAGO, U

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━CHICAGO, U.S.A 📍
─ 03:33 A.M
─ 14 de agosto de 1997

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─Dánae, si no confías en mi no puedo ayudarte.

Los orbes oscuros de la jóven ni siquiera se movieron de sus manos. La sangre seca manchaba las mismas e incluía su ropa, brazos, cuello y algunas salpicaduras en su rostro. Su respiración estaba calmada, como si no estuviera en aquellos momentos en una sala de interrogatorio.
Si expresión neutral lograba perturbar levemente a la autoridad, como si nada de lo ocurrido le calara hasta los huesos.

—¿Porqué confiaría en usted? —murmuró en un tono casi inaudible, su voz se quebraba, como si hubiera estado anteriormente llorando por horas.

El hombre apretó sus labios observando fijamente a la adolescente. Con cuidado llevo su mano hasta su bolsillo sin dejar de mirarla, esperaba una reacción tal vez a la defensiva al verlo intentar sacar algo pero su bizarra paz parecía ser imperturbable.
Sacó un pequeño pañuelo y, con la botella de agua que reposaba sobre la mesa del centro de la habitación, lo mojó levemente.
Lo extendió hacía la chica y lo dejó a unos pocos metros de ella.

Dánae lo tomó y lo pasó con suavidad sobre su rostro, limpiando aquel líquido carmesí ya seco de su piel. Le costó levemente debido a las esposas que mantenían unidas sus muñecas.

─Mi nombre es David Rossi, soy agente del FBI —se presentó el hombre, sonriendo con levedad como si realmente empatizara con aquella chica—. Ahora que sabemos nuestros nombres mutuamente ya nos conocemos. ¿Hablarás conmigo?

La castaña levantó la cabeza levemente. Algunos mechones sucios de su largo cabello caían por su rostro. Por un segundo, David vió un brillo brotar de sus ojos a pesar de que su estoica expresión no cambiaba, como si fuera incapaz de mostrar emociones pero por dentro era un estallido.

─No tengo nada para decir.

El agente tomó aire y se recargo en el respaldo de la silla.

─Te encontramos junto al cuerpo, llena de sangre y sucia después de estar desaparecida seis meses, Dánae ─replicó el hombre, entrelazando sus propios dedos sobre la mesa─. Y solo dijiste que no eras la víctima, a pesar de eso, nadie está culpandote de nada, Dánae.

Por primera vez, una mueca apareció en el rostro de la muchacha. Una pequeña sonrisa ladina, casi imperceptible pero irónica.

—Deberían.

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comenzamos <3

Por cierto, aviso que tengo una cuenta de tiktok donde subo edits y demás de esta historia por si gustan seguirme ♥︎
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