GALGALIM: POUHCUAUHTLI

CË: EL SURGIR DE LA LEYENDA

Zócalo, Ciudad de México

- ¡Ven aquí y pelea! –malherida por las continuas afrentas de todos sus adversarios, una joven guerrera se yergue con gran esfuerzo, sosteniendo en su mano una especie de rara arma con parecido a un macuahuitl. – enfréntate a mi... culero. – no puede mantener el equilibrio y cae de rodillas, lastimándose con la prótesis que tiene en el muñón de su pierna izquierda. – maldito asesino.

-Ya es suficiente –se escucha una voz gruesa y cavernosa hablándole– si continuas con esto, morirás.

- ¿Y eso qué? –escupe un gargajo de sangre y contempla la lejanía sin emoción alguna– no tengo nada que perder salvo mi tierra. No importa lo que me pase, volveré a surgir de las cenizas para regresar y proteger a mi pueblo –por fin logra ponerse de pie y empuña nuevamente el arma, reposándola grácilmente en su hombro– aún me necesitan todavía y no estoy dispuesta a perder otra vez. –mira de reojo a lado izquierdo– solo lo preguntaré una sola vez ¿Estás conmigo?

-Hasta el final –su compañero detrás suyo le contesta– que mayor honor y gloria que morir en batalla, más si es a tu lado.

La joven sonríe satisfecha de su respuesta.

-Que así sea entonces –sonríe con profunda satisfacción– disfruta del paisaje querido, porque no lo vas a volver a ver en un rato.

Unos gruñidos llaman su atención. En las lejanías de la caótica ciudad, una multitud la espera cual buitres con la carroña. Parado sobre un gran escombro, un hombre con traje sastre roído por el estupor del derrumbe, observa a la joven a la distancia. Su mirada era de un inmenso odio y repudio.

La chica lo observa del mismo modo y esboza una enorme sonrisa mientras exhala el humo de su cigarro cuya colilla tira al piso.

- ¿Qué esperan? Si me quieren partir la madre, deben venir por mí; que les cueste trabajo. Pero eso si.... –empuña su larga Macuahuitl contra ellos– me voy a llevar unos cuantos cabrones conmigo. Así que ya se la saben ¡Éntrenle con todo!

El grupo alrededor del hombre emiten unos sonidos parecidos a aves rapaces con grito humano, furiosos ante el desafío. La chica y su compañero con gran valor, salen corriendo a su dirección mientras escuchan el sonido metálico de la prótesis en la pierna que ella llevaba ante su carencia de la pierna derecho. Finamente hecho de engranajes que daban a esa pierna artificial un movimiento muy natural.

Mientras corre, lágrimas salen disparadas de su rostro; pero la joven tiene su vista fija hacía sus adversarios. Empuña su arma al frente y arroja un grito tan fuerte, tan estridente que sonaba en toda la avenida.

Están a pocos metros, un ejército contra una sola persona, que paisaje más desolador para un hombre, pero para este dúo no lo amedrenta; siguen corriendo. Esta era la batalla de sus vidas, como descendientes de guerreros.

Puede verse reflejados su cercanía a través de los ojos de obsidiana de su contrincante, uno que está a punto de recibir la estocada del arma de su adversaria mientras da un gran salto evadiendo a los monstruos con alas que estaban frente a ella.