Para Oliver Müller, tener que mudarse ala ciudad significaba un cambio muy grande en su vida. Casi trágico.
El sentía que era como cambiarse de vida. A una muy diferente ala que estaba acostumbrado y conocía hasta ese entonces.
Pero para su mamá; la Señora Samanta Blackberry era solo salir de sus zonas de confort, de lo que por costumbre, acostumbraban.
Ese gran cambio no solo cambiaría su vida; venía con intención de marcarlas.
Su estadía en la casa serían solo por algunos meses mientras buscaban una casa propia, y obviamente digna. Para una madre soltera.
Su nuevo y temporal hogar no era nada más que una casa prácticamente abandonada o desabitada. Era la casa de la esquina. De la calle; Azulejos.
Tenía un enorme jardín delantero, lleno de adornos y flores casi marchitas; desgastadas por los primeros fríos de otoño.
Cómo todo sitio viejo esta casona también tenía su historia, con arrugados y despintados recuerdos; como una hoja vieja de enciclopedia. Estos guardaban un profundo sentimiento en el corazón de quienes conocían su historia.
Un sentimiento que hacía que miraras con melancolía aquella elegante casona de la edad media.
Ese mismo sentimiento que habían percibido en la mirada ausente de la Señora Rosa.
Oliver, sintió curiosidad y se decidió a desenterrar recuerdos; que dolían.
Descubrir, y sacar ala luz lo que sea que en esa casona se escondía.Bueno, ya deben conocer ala Curiosidad.
Incluso puede que la hayan sentido.
Uno de los tantos sentimientos humanos; Mortifera por su filo, y peligrosa por su inocencia; el espíritu aventurero de Oliver no ayudaba mucho, esas ganas de cruzar la línea era incluso más mortal que su curiosidad.
Respondiendo a sus mandos naturales, cómo todo adolescente... Se decidió a romper las reglas.
¿Que podría pasar?, O ¿Que podría pasarle...o descubrir?
Tenia hasta que la primera flor de otoño... Cayera :)
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