Capítulo 20

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-¿¡En serio te aceptaron!?-exclamó Yami con una mezcla de sorpresa y júbilo.

Tea aguzó el oído desde la mesa del comedor, girando su cabeza ligeramente hacia la dirección donde Yami se ubicaba. A pesar de que estaba platicando con su hermano, Yami acostumbraba alejarse para evitar involucrar a Tea en sus asuntos familiares, aunque ella siempre buscaba la forma de enterarse de los pasos de Yami.

-Si, Kaiba me aceptó en KC. Mañana comienzo a trabajar-dijo Yugi del otro lado del teléfono.

Yami lanzó un suspiro aliviado; no podía gritar mucho para evitar llamar la atención de Tea. Dio una media vuelta y pudo distinguir a Tea observándolo, así que volvió a girarse dándole la espalda y bajó el volumen de su voz.

-No sabes lo feliz que me hace saber que te aceptaron finalmente, hermano.

-Tengo que darte las gracias por todo el apoyo que me brindaste, Yami-dijo Yugi con un tono agradecido.

-No tienes porqué. Eres mi hermano, siempre estaré para ti.

Mientras los dos hermanos estaban conmovidos el uno con el otro, Tea observaba a su esposo como un jaguar acecha a su presa, dispuesta a enfrentarlo si este no actúa como ella esperaba.

-Mamá, deja de vigilar a papá.

La voz dulce de Tea Elizabeth sacó de sus pensamientos a Tea, giró hacia su hija y notó su rostro con un semblante triste y consternado.

-Tu padre no cumple con sus obligaciones de padre de familia-dijo Tea de forma déspota e indignada-. Está conversando con Yugi cuando podría estar aquí conviviendo con nosotras.

-Él tiene derecho a hablar con el tío Yugi y la tía Rebeca. Son su familia, igual que también son nuestra familia.

-Te apuesto a que si estuviera con Yugi no respondería si nosotras le llamáramos por teléfono.

A pesar de ser una chica joven de 15 años, Tea Elizabeth pudo notar que su madre la estaba tratando de enemistarla con su padre.

-¿Cómo puedes decir algo así?-preguntó, ofendida y con asco hacía su propia madre-. Mi padre siempre me ha cuidado, nunca me ha dejado sola ni desatendido.

-Eso es lo que te hacen creer tu tío Yugi y los demás-refutó Tea evidentemente deseosa de hacer quedar mal a Yami con su hija.

-No me pueden engañar mis propios ojos-dijo la joven alzando la voz, ahora ella ofendida con su mamá.

Tea giró hacia su hija, con el ceño fruncido en señal de enojo.

-¿Qué quieres decir con eso, Eli?

-Tú siempre te has olvidado de mí desde que era niña. Jamás estás cuando te necesito.

Tea Elizabeth habló con furia contenida, pero sus ojos brillaron debido al llanto que trataba de controlar, más por su padre que por su madre.

-¿¡Cómo te atreves a decir barbaridades sobre mí!?-gritó Tea enrojeciendo.

-Mi papá ha convivido más conmigo que tú. ¡Deja de hablar mal de él con los demás y conmigo!-ordenó la joven firmemente.

-¡Basta, Eli!-gritó Tea golpeando con su puño la mesa.

El ruido que ambas hacían alertó a Yami de que algo pasaba.

-Yugi, luego platicamos. Debo irme.

Colgó sin esperar respuesta de Yugi, que se quedó a media conversación, y se dirigió al comedor.

-¡Es verdad! ¡Jamás jugabas conmigo cuando era niña!-gritó Tea Elizabeth a todo pulmón.

-Porque estaba trabajando para traer el sustento que tu padre nunca trae-vociferó Tea.

Amantes y EsposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora