Los barrios bajos eran conocidos por las peleas ilegales de robots que se daban. La gente construía sus propios robots para verlos pelear con otros robots, el sobreviviente ganaba el dinero de los perdedores.
A pesar de los riesgos que corría, había alguien que se escabulle en un club de pelea para probar su nuevo robot con uniones magnéticas. El chico paso entre la gente, había mucha, y como no habría, ellos quieren ver a un par de autómatas partirse la mandarina.
La gente estaba formando un círculo, riendo y gritando por el robot por quien apostaron. En el centro del círculo habían dos robots, el que más destacaba era uno con apariencia de samurai. El pelinegro miró la pelea con detenimiento, analizando los movimientos que el samurai de hierro daba.
El samurai estaba humillando a su oponente de forma magistral, no estaba peleando en serio. El robot de las pinzas recibió un golpe que lo hizo retroceder unos pasos, luego se recompuso y conecto un uppercut que tumbo al samurai.
El robot con pinzas se acerco a su oponente para acabarlo, pero este, para sorpresa de pocos, tomó el brazo de su oponente y sacó una sierra eléctrica para cortar al robot con pinzas por la mitad. La gente ovaciono al ganador de la ronda.
El cual era Yama, un sujeto con sobrepeso, teniendo la complexión de un luchador de sumo. Este estaba vistiendo un conjunto deportivo de color azul noche con franjas amarillas. Estaba siendo acompañado por tres de sus matones.
Mujer: ¡y el ganador, con total aniquilación, Yama!
Yama: ja ja, quien sigue, quien se atreve a retar a mi y al pequeño Yama!?— gritaba el hombre juntando el dinero y alzando su robot.
Ninguno hablo, algunos escondieron a sus peleadores, uno de ellos le arranco la cabeza. Yama sonrio con arrogancia, hasta que una voz lo hizo voltear para ver a un niño de 14 años.
Hiro: puedo pelear? Traje a mi robot, yo mismo lo construi.— dijo mostrando a un muñeco de color negro y una carita feliz pintada de amarillo.
Yama sonrio y luego solto una carcajada. La gente estallo en risas cuando vieron el robot, parecía tan frágil y débil que se rompería con un solo impacto. Hiro aparento estar asustado, sin embargo, su plan estaba perfectamente calculado. Yama se limpio una lágrima del ojo.
Mujer: piérdete niño. Reglas de la casa: debes pagar para pelear.
Hiro: oh, yo traje mi dinero.— dijo mostrando un puñado de billetes arrugados.
Yama: ¿cuál es tu nombre mocoso?
Hiro: Hiro, Hiro Hamada.
Yama: prepara tu robot, güiro.
Ambos depositaron dinero en la charola que sostenía la mujer del parche, y prepararon sus robots para la pelea. Yama se trono el cuello, Hiro fingió hacerlo.
Mujer: dos robots entran, solo uno sale con vida. ¿Están listos?...peleen!
El combate dio inicio, el robot de Hiro se acerco al de Yama, pero este lo lanzó al aire para cortarlo con su sierra. Yama dio una risa burlona.
Hiro: fu-fue mi primera pelea ¿puedo intentarlo de nuevo?
Yama: aquí no nos gustan los malos perdedores.— dijo juntando el dinero de la charola— Vete a casa.
Hiro: tengo más dinero.— dijo mostrando un rollo de dinero.
Yama sonrio. La avaricia nubló el juicio del hombre y eso le costaría caro. Una nueva ronda inició, esta vez, el robot de Hiro cambió a una expresión molesta, dejando desconcertado a Yama y a los presentes.
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La Araña De San Fransokyo
RandomBien...empecemos por el inicio una vez más... Me llamo Izuku Midoriya y fui mordido por una araña que me dio poderes, tras tres años siendo el conocido Spiderman, protejo mi ciudad San Fransokyo de los villanos. Uno cree que es un trabajo sencillo p...