the laurens pamphlet; lams

01: say no to this

Después de la guerra, se distanció de Laurens.

Se volvió un hombre ocupado. Debía hacerse cargo de una familia completa. Sus hijos y su esposa.

Laurens también, pero parecía no admitirlo.

Alexander quedó solo en su casa. Elizabeth, Angelica y los niños se fueron a ver a su suegro.

Hamilton no había dormido en una semana entera. Estaba débil, estaba despierto. Necesitaba un descanso. No estaba en posición para tomar decisiones de gran impacto.

Estar así de agotado hace que tenga pensamientos que normalmente no tendría.

¿Que será de Laurens?

Laurens.

John Laurens.

John.

Hace tan solo 7 años, John lo acariciaba y besaba, como si ninguno de los dos estuviera casado.

Pero John ahora es parte de su pasado. Ya no tienen ningún vínculo cercano. Ahora solo es Laurens.

Lo que lo distrajo de estos pensamientos fue cuando escuchó a alguien tocar la puerta.

¿Será su Betsey? ¿Serán los niños? ¿Será Angélica?

No era ninguno de esos.

— ¿Jo- Laurens? ¿Es usted?

— Secretario Hamilton. Un gusto de verlo.

— ¿Que hace aquí, a ésta hora de la noche? ¿En mi hogar?

— Señor... — ¿Señor? ¿Tan distanciados estaban? — Se que ahora al haber sobrevivido a la guerra y ser parte del Gobierno, se ha vuelto un hombre de honor. Lamento mucho molestarlo aquí en su casa, pero no tengo donde ir, llegué aquí solo.

— ¿A qué se refiere? ¿No tiene usted una esposa?

— Ya no. Ahora vive en Londres con mi niña, mientras que yo me veo obligado a vivir con mi padre; he aquí el problema. El me está tratando mal. Me golpea, me insulta. De la noche a la mañana desapareció, y no tengo como seguir por mi cuenta.

¿De qué se perdió en 7 años?

John Laurens es ahora un hombre soltero, necesitado de ayuda. Alexander aún le guardaba aprecio al hombre, así que no dudó.

— ¿Le parece si le ofrezco un préstamo? Serán 30 dólares. Permítame acompañarlo a su casa.

Los ojos de Laurens se iluminaron.

— Usted es muy amable, señor.

Así Alexander salió de su casa por primera vez en... ¿Cuántos días serían? Ya no recordaba.

— Este es mi hogar, señor.

— Vive bastante cerca, Laurens. Solo a una cuadra de distancia. — Trabajo terminado. Ahora solo debía marcharse. — Bueno, debería volver a mi casa. Un gusto haberlo visto después de tanto tiempo.

Al parecer no pudo irse.

John se sonrojó, lo entró a la casa y lo guió a su cuarto para empujarlo a su cama. Las piernas de Alexander se abrieron automáticamente.

— ¿Se queda?

— Hey...

— ¿Hey?

Alexander nunca fue del tipo que rezaba constantemente, pero en ese momento solo había una cosa que se repetía en su cabeza sin parar.

"Señor, muestreme como decirle que no a esto. No sé como decirle que no."

Pero John se veía tan indefenso, y solo podía pensar en todas las veces que vió su cuerpo antes de su distanciamiento.