Una noche
En la que las cosas
Quedaron destinados
Todas a su origen
Luego de que la voz me hubiera dicho esto, se fue, o pareció irse. He de decir, que el cielo se abre cada vez que me habla. Pero sólo de forma sutil, como un silencioso sumergirse en un océano sordo y lento como el tiempo.
¿Qué pasó luego?
¿Qué sucede ahora?
...caminando. La noche se agazapa sobre las chimeneas, emplumada, inocentemente lúgubre, espejada en sí misma, descubrió las cosas moviéndose. Un arbol magico y luminoso. Como apareció desde las tinieblas del sol. Resplandeciendo como el espejismo que existe entre la mirada abierta y entre la mirada cerrada. Luego el viento. El caminar del viento, el oir y el oir de la voz que me decia
la libertad no es ausencia de límites, sino el poder con ellos crear, ensuciarse las manos, y arrojar el barro hacia el cielo en forma de gotas traslúcidas y transparentes, como una mirada hecha de sol. El río se contenta en sus estrechos límites, en su estrecha extensión, en su océanico fluir, es en verdad el cielo, descendido a la tierra en forma de espejo para ayudar la mirada humana a observarlo. Libertad es la capacidad de observar el cielo en el río. Y olvidarse, olvidarse del inexistente hecho, de aquella verdad que nunca lo fue, de que el cielo está arriba y el río está abajo.
La noche llego a pesar del dia, a pesar del sol y del viento verde y luminoso. Y luego todo fue viento.
Todo es viento