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A medida que Erika y Emily avanzaban por el bosque, la espesa niebla comenzó a ceder y revelar los rayos del sol. Pronto, los rayos dorados atravesaron las hojas de los árboles, iluminando el camino con una suave calidez. Finalmente, llegaron al hogar de Emily, una pequeña cabaña oculta entre los árboles.

La cabaña, aunque modesta, estaba rodeada de una belleza natural que inspiraba calma y serenidad. El sonido del viento susurrando a través de las hojas y el canto de los pájaros creaba una atmósfera encantadora. Emily abrió la puerta y permitió a Erika entrar.

—Bienvenida a mi humilde morada —dijo Emily, su voz resonando con una mezcla de orgullo y tristeza.

Erika observó su entorno con admiración. La cabaña estaba decorada de manera sencilla, pero había un encanto en la simplicidad de la decoración. Había libros apilados en una esquina y una pequeña chimenea que proporcionaba calor y un ambiente acogedor.

Mientras Emily comenzaba a encender la chimenea, Erika miró a su alrededor y notó varias plantas en la ventana. Algunas de ellas estaban en flor, y otras tenían hojas exuberantes.

—Tienes un buen toque con las plantas —comentó Erika, tratando de romper el hielo. Le fascinaba cómo Emily había convertido su hogar en un oasis en medio de la naturaleza salvaje.

Emily sonrió levemente y se acercó a las plantas.

—Sí, me gusta rodearme de plantas. Me hace sentir más cerca de la naturaleza. A veces, la soledad se siente menos abrumadora cuando tienes compañía verde —respondió

A medida que el día avanzaba, Emily y Erika comenzaron a compartir más sobre sus vidas. Emily aún no había compartido su historia completa, pero permitió que Erika se acercara un poco más. Hablaron de sus pasatiempos, sus intereses y las pequeñas alegrías que habían encontrado en la vida. Aunque había muchas diferencias entre ellas, había una conexión que seguía creciendo poco a poco.

Con el tiempo, la relación entre las dos mujeres se profundizó, pues, aunque se suponía que el rato que iban a estar juntas seria corto, pero había algo que impedía que se separar. Erika se dio cuenta de que había algo especial en Emily que la atraía de una manera que no podía explicar. Su valentía, su fuerza y su capacidad para encontrar belleza en las cosas simples la habían cautivado. A medida que pasaban más tiempo juntas, Erika comenzó a sentir un deseo más profundo, una necesidad de estar cerca de Emily.

Una noche, mientras compartían historias junto a la cálida chimenea, Erika miró a los ojos de Emily. Había una intensidad en esa mirada, una chispa de emoción contenida.

—Emily, he pasado toda mi vida buscando un propósito, tratando de ser la heroína que todos esperan que sea. Pero estar aquí contigo, en este lugar, me hace sentir viva de una manera que nunca había experimentado antes. No puedo explicarlo, pero siento que hay algo especial entre nosotros —confesó Erika con nerviosismo, no entendía por qué se sentía de aquella manera, pero había algo que solo hacía que se quería quedar más tiempo en aquel lugar

Emily la miró con sorpresa y confusión en sus ojos. No entendía por completo lo que Erika estaba tratando de decir.

—Erika, no entiendo a qué te refieres. Estoy agradecida por tu compañía, pero nuestras vidas son muy diferentes. Además, ni siquiera sabes mi historia completa. ¿Por qué sentirías algo especial por alguien como yo? —preguntó Emily con cautela.

Erika suspiró y se acercó a Emily. Tomó su mano con suavidad y la miró profundamente.

—No necesito conocer toda tu historia para saber que eres una persona asombrosa, Emily. Has pasado por tanto dolor y todavía encuentras la belleza en el mundo. Tu fuerza y tu valentía son admirables. Siento que estamos conectadas de alguna manera, y no puedo evitar desear estar más cerca de ti, conocerte mejor y estar a tu lado en este viaje, sin importar lo que nos depare el destino —declaró Erika con sinceridad.

La sorpresa en el rostro de Emily fue reemplazada por una mezcla de emociones. Se dio cuenta de que, aunque su vida había estado marcada por la venganza y la oscuridad, había algo hermoso en la pureza de Erika y su deseo de estar a su lado. No había sentido algo así en mucho tiempo.

—Erika, no sé cómo responder a eso. Mi vida ha estado llena de oscuridad y venganza. Pero de alguna manera estar contigo, siento una chispa de esperanza, una que hacía mucho tiempo había muerto en mi... No puedo prometer nada en este momento, pero me gustaría un poco más de tiempo juntas —respondió Emily con sinceridad.

Erika sonrió con alegría y abrazó a Emily. La cálida caricia de su abrazo hizo que Emily se sintiera viva de una manera que no había experimentado en años. Por primera vez en mucho tiempo, comenzó a cuestionar su camino de venganza y la oscuridad que había abrazado.

Las dos mujeres compartieron risas y abrazos esa noche, sin saber que su relación se estaba transformando en algo más profundo y significativo. Emily estaba en un proceso de redescubrimiento de sí misma, y Erika estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para proteger y amar a la bruja que había comenzado a enamorarse sin darse cuenta.


¿Por qué me amas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora