9. El plan

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Ben:¿Estás bien? —Ben pregunta tan pronto aparezco de nuevo a su lado.
Ben:Estás toda roja.
Me esfuerzo por fingir una ligera sonrisa.
Tn:Estoy bien, solo tengo un poco de calor.

Las cejas de Ben se estrechan casi tocándose.
Ben:Viste algo desagradable, ¿no es así?
No, en realidad, acabo de dejar a tu hermano con una erección del tamaño de la torre Eiffel.
Ben toma mi silencio como un sí y menea su cabeza.

Ben:Le he dicho a Luther que ese salón de las velas no es una buena idea, pero no me hace caso. ¿Por qué lo haría? Solo soy el niño de la familia.

Noto cierta amargura en su dulce voz cuando lo dice.
Tn:No eres un niño.
Ben:Para ellos lo soy.
Tn:¿Ellos?
Ben: Luther y Cinco —Suspira y toma un sorbo de su gaseosa.
Ben:Incluso para mis padres, no me toman en cuenta para la toma de decisiones.
Tn:Eso puede ser algo bueno, Ben. No tienes responsabilidades, esta es
una etapa de la vida que según mis tías hay que disfrutar, ya habrá tiempo para preocuparte por cosas cuando seas adulto.

Ben:¿Disfrutar? —Suelta una risa triste.
Ben:Mi vida es aburrida, no tengo
amigos, por lo menos no verdaderos, y en mi familia soy un cero a la
izquierda.
Tn:Guao, suenas muy triste para ser tan joven.
Él juega con el borde metálico de su gaseosa.

Ben:Mi abuelo dice soy un viejo en cuerpo de niño.
Uh, el abuelo Hargreeves. Lo último que supe de él es que lo habían internado en un geriátrico. Habían tomado la decisión entre sus cuatro hijos, entre ellos el papá de Ben. Por la tristeza en los ojos de este, puedo decir que esa fue una de las tantas decisiones en las que no lo tomaron en cuenta.

Esa cara tan inocente y tan bonita no debería tener tanta tristeza, así que
me levanto y le ofrezco mi mano.
Tn:¿Quieres divertirte?
Ben me ofrece una mirada escéptica.
Ben:Tn, no creo que...
El alcohol aún circulando en mis venas me motiva todavía más.

Tn:Levántate, Beny, es hora de divertirnos.
Ben se ríe y su risa me recuerda tanto a la de su hermano, con la
diferencia de que la risa de Cinco no suena inocente sino sexy.
Ben:¿Beny?
Tn:Sí, ese eres tú ahora, olvídate de Ben, el niño bueno y aburrido; ahora eres Beny, un chico que vino a divertirse esta noche.

Ben se levanta y me sigue nervioso.
Ben:¿A dónde vamos?
Lo ignoro, y lo guío escaleras abajo. Me sorprende no caerme con estos
tacones bajando esos escalones. Me dirijo al bar y ordeno cuatro copas de vodka y una limonada, y el bartender los sirve frente a nosotros.
Tn:¿Estás listo?
Ben sonríe de oreja a oreja.
Ben:Estoy listo.

Antes de que pueda decir algo, Ben se toma un trago tras otro con apenas
segundos de diferencia. Dejando los cuatro vasos pequeños ahí vacíos, me mira y observo horrorizada cómo trata de sostenerse de la barra mientras su cuerpo asimila tanto alcohol a la vez.

Ben:Oh, mierda, me siento muy extraño.
Tn:¡Estás loco! ¡Esos eran para mí! ¡La limonada era para ti!
Ben pone su mano en los labios.
Ben:¡Ups! —Toma mi mano y me lleva a la pista de baile.
Tn:Ben, espera!
Ok, aquí es donde las cosas se empiezan a poner feas.

Mi plan original era brindar con Ben él tomando limonada, llevarlo a bailar, presentarle una chica para que hablara y luego dejarlo ir con una sonrisa en su cara tierna.
Es poco decir que mi plan se ha ido un poquito a la mierda.
Todo lo que comienza con alcohol en exceso termina mal.

Así fue como Vany, Ben y yo terminamos en un taxi camino a mi casa, porque Ben está tan borracho que no podemos abandonarlo en el club o llevarlo a su casa, donde su familia probablemente le diera el regaño del siglo.
Déjenme decirles algo: lidiar con un borracho es difícil, pero transportarlo es otro nivel de dificultad.

Creo que nos salieron dos hernias a Vany y a mí, subiendo a Ben por las escaleras de mi casa. ¿Por qué no lo dejamos en el piso de abajo? Porque ahí solamente está el cuarto de mi madre, y no hay manera en este mundo de que deje que Ben pase su borrachera ahí. Si llega y vomita en el cuarto de mi madre, mis días en este mundo llegan a su fin.

Lo lanzamos en mi cama y él cae como un muñeco de trapo.
V:¿Segura de que estarás bien?
Tn:Sí, mi mamá está de guardia en el hospital y no llegará hasta mañana —le respondo.
Tn:Ya me has ayudado bastante, no quiero causarte problemas con tus padres, vete.
V:Cualquier cosa me llamas, ¿sí?
Tn:Tranquila, vete, que el taxi está esperando.

Vany me da un abrazo.
V:Apenas se le pase la borrachera, envíalo a su casa.
Tn:Lo haré.
Vany se va y yo suelto un largo suspiro, Rocky se para a mi lado moviendo la cola. Ben Apolo Hargreeves  está acostado boca arriba en mi cama murmurando cosas que no entiendo, su camisa abierta y su pelo hecho un desastre.

Se ve lindo e inocente a pesar de tener una alta cantidad de alcohol en sus venas y algo de vómito en sus pantalones.
Tn:Oh, Rocky. ¿Qué he hecho?
Rocky solo lame mi pierna como respuesta. Le quito los zapatos a Ben y dudo al observar sus pantalones. ¿Debería quitárselos? Tienen vómito. ¿Me vería como una pervertida si se los quito? Es un niño, por Dios, no lo veo con ningún tipo de malicia. 

Decidida, le quito los pantalones y la camisa, que de alguna manera también se llenó de vómito, lo dejo en sus bóxers y lo arropo con mi sábana.
El sonido de un teléfono me hace saltar de un brinco, ese no es mi tono.
Sigo el sonido y agarro los pantalones de Ben, saco su teléfono y mis ojos
se abren como platos al ver la pantalla.

Llamada entrante
Cinco bro.
Lo silencio y dejo que repique hasta que se cae la llamada, y veo la
cantidad de mensajes y llamadas perdidas que tiene de Cinco y de Luther.
Oh, mierda, no he pensado en que sus hermanos y sus padres obviamente sepreocuparían si él no llega a dormir.
Cinco vuelve a llamar y le corto la llamada.

No puedo contestarle, él reconocería mi voz. Puedo enviarle un mensaje de texto, pero ¿qué le digo?
Hey, bro, dormiré en la casa de un amigo.
Le doy a enviar, ya está, eso debe tranquilizarlo.
La respuesta de Cinco llega rápido.
Contesta el maldito teléfono, ahora.

Ok, Cinco no está para nada tranquilizado. Y vuelve a llamar, miro en pánico cómo su nombre me atormenta desde la pantalla del celular de Ben.
Siento que pasan años y Cinco deja de llamar, un suspiro de alivio deja mis
labios y me siento en la orilla de mi cama a los pies de Ben, quien duerme profundamente.

Por lo menos no ha vomitado. La pantalla del celular se enciende y llama mi atención, la reviso para ver si Cinco está llamando otra
vez, pero es solo una notificación de una aplicación del celular que se llama Find my iPhone.
¡Encuentra mi iPhone!
Esa aplicación sirve para localizar los equipos Apple que tengas
registrados en una cuenta. Si Cinco la usa desde su Mac, puede obtener la
información exacta de dónde está el teléfono que tengo en mis manos.

En pánico, lanzo el teléfono a la cama.
¡Me encontró! Sé que me encontró. ¿Por qué Cinco sabe tanto de
tecnología? ¿Por qué? Va a matarme. Cinco viene por mí y ni un milagro
podrá salvarme.

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