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Abril, 2023.

Hay un viejo augurio sobre las estrellas fugaces, más allá del de pedir un deseo; verlas significa que pronto conocerás a tu alma gemela. O eso solía decir mi única abuela, Leticia, en sus últimos momentos de lucidez. Yo siempre preferí creer que las estrellas fugaces eran tus seres queridos abriendo las puertas del cielo; más aún ahora. Quiero creer que es ella entrando al cielo.

Aún así, no descarté el más conocido de todos, y en el momento en el que ví esa ráfaga de luz cruzando el cielo, cerré los ojos y rogué. Rogué, rogué y rogué. Con tantas fuerzas que se me hizo un nudo en la garganta. Con tanto deseo que el aire se negó a circular por mis pulmones. Con tanto anhelo que el pecho se me cerró poco a poco, y allí, luchando por respirar, con el ya conocido hormigueo en el rostro y la desesperación fluyendo por mis venas, él apareció.

Tan fugaz como esa estrella e iluminando mi noche mucho más que ella, se inclinó a mi lado y, colocando una mano sobre mi espalda, se acercó a mí y susurró en inglés.

—Tranquila, tranquila. Respira conmigo, ¿si? —e inhaló, sosteniendo el aire hasta que me vió intentar hacer lo mismo—, ahora exhala, vamos, tú puedes.

Le miré. Detallé su pálida piel y el brillo del reflejo de las luces en su cabello. Los labios gruesos y los ojos oscuros y estirados, algo brillosos y rojizos por el rastro de lágrimas y con un par de oscuros círculos debajo. Mirando fijamente hacia esos ojos, tan similares en condiciones a los míos, fue que pude repetir sus acciones, y poco a poco, respirar con normalidad.

Me observó con algo de duda antes de retirar sus manos de mi espalda y hombro y pasarla sobre mi rostro, secando mis lágrimas. Sus pulgares acariciaron mis mejillas, una y otra vez conforme me iba calmando.

—¿Ya estás mejor? —negué, pero luego asentí. Él mordió su labio inferior, dudando. Miró por sobre su hombro, y no sé qué fue lo que vió, pero éso ocasionó que se levantara abruptamente, tendiéndome su mano y murmurando—. Ven, vamos.

De un tirón me puso de pie y no esperó ni un momento antes de empezar a caminar con rapidez, llevándome con él. Con el dolor en el centro de mi pecho, me dejé llevar, las luces de las calles luciendo como pequeñas estrellas gracias a las lágrimas aún acumuladas en mis ojos. No sé a dónde nos dirigimos, pero debería detenerlo. No lo conozco de nada, soy extranjera y tengo dieciocho en una ciudad en la que apenas llevo tres meses. Y tampoco estoy en mi mejor momento emocional y mental. Pero él también se encuentra en mis mismas condiciones, desecho. ¿Y qué tanto daño le puede hacer un corazón roto a otro en el mismo estado?

Caminamos un par de calles donde cada tanto se volteó para observar detrás de nosotros y luego a mí, asegurándose que estuviera bien. Nos íbamos acercando a una calle inclinada hacia arriba cuando de pronto me empujó hacia un callejón. Mi corazón empezó a bombear del susto repentino, y temí lo peor durante dos segundos antes de que siguiera caminando hacia la salida del mismo, que seguía el camino de la subida. Salimos aproximadamente en la mitad de la calle, en la vereda, desde donde seguimos subiendo por un par de minutos. Unos autos empezaron a hacerse visibles en el estacionamiento en el que terminaba la calle, y a lo lejos, lo que supongo es la razón por la que vinimos; un mirador. Miró por última vez hacia atrás y luego continuó guiándome, aún sin soltar mi mano. No aparté la mirada de su rostro, preguntándome la razón de sus ojeras y lágrimas, ¿como yo, acaba de perder a alguien? ¿o tal vez peleó con alguien que aprecia? Un familiar, una novia...

La luz era casi nula aquí arriba. Había un par de farolas a lo lejos, y eso era todo. En el gran semicírculo que daba hacia el corazón de Seoul había bancas de concreto, unas mesas y una gran barandilla separando ese lugar del abismo del otro lado. A medida que nos acercábamos pude empezar a notar las luces de la ciudad brillando a lo lejos. Me adelanté, soltando su mano, caminando temblorosa hasta llegar al borde, donde apoyé mis codos y suspiré, sosteniendo las lágrimas.

DLMLU ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora