1. Hierba y sauce

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Desde que tengo memoria los Alfas siempre han estado en la cima de todo, de las decisiones, de la fuerza, de los distritos, de las jerarquías, de los omegas.

El segundo género es lo que decide tu papel en la sociedad, tu educación, tus modales, tu forma de vestir, tus oportunidades y limitaciones.

—Pronto llegaremos al palacio de Kensington, estoy segura de que es precioso.

Mire a Laurence, mi dama de compañía, sé que intentaba animarme, pero dudo que encuentre la forma dadas las circunstancias, aun así, me limite a asentir de forma lenta.

El palacio de Kensington, ubicado entre los valles del mismo nombre, se llevaba un prestigioso título nobiliario, es distinguido por ser uno de los principales territorios de los Rowlands, conocida como una familia de élite, su palabra era absoluta, teniendo un importante impacto dentro del rango político y social en todo Londres.

Y mi prometido:

Edric Rowlands, Alfa Duque de Kensington.

Era lo único que sabia de aquel hombre, la única información que poseía.

—¿Se encuentra bien Joven Hendricks?

—No — confese, estaba cansado de mentir, llevaba toda mi vida cumpliendo las exigencias de mi progenitor —. No tengo idea de quien es, Laurence no se si es joven, viejo, si es un Alfa egocéntrico o reservado, que es lo que hace o con quién pasa el tiempo, no se nada de su familia que no esté en boca de la sociedad y te puedo asegurar que, no será de mi agrado.

—He escuchado del Duque Rowlands su favorecedor atractivo, pero difícilmente se le puede ver en los eventos sociales, debe estar ocupado con todos los administrativos a su cargo.

—Mejor — respondí con seguridad —. De esa forma no será una molestia.

—He traído algo que puede ser de su interés.

La mire con curiosidad, no era alguien que planificaba todo con precisión, pero estaba seguro de que nada se me había olvidado al momento de guardar mis respectivas pertenencias.

Fue mi sorpresa, cuando de un pequeño bolsillo adherido a su vestido sacó una carta, estaba arrugada, pero yo era sumamente observador y reconocería esa estampilla donde sea; Me acerque a tomarla con lentitud, sentí las mejillas calentar mientras la leía.

Me dedicó una silenciosa sonrisa, parecía llena de pena, no pasaron siete minutos antes de que le regresara la carta.

—Gracias Laurence, pero, prefiero no saber nada más respecto a Lord Carter.

Ella suspiro, era la única que sabía sobre mis sentimientos respecto a aquel Alfa, el sonidito de un pequeño golpe en la puerta del carruaje fue lo que me hizo saber que habíamos llegado, no había notado cuando el movimiento cesó.

Laurence bajo con anticipación para dejarme libre acceso, poco después yo hice lo mismo, tomé aire de forma lenta, porque lo necesitaría, el olor de los arboles de roble me inundó y frente a mí, el enorme palacete, no se comparaba en lo más mínimo al lugar donde antes residía.

Una línea entre varios miembros de la servidumbre que esperaban mi llegada fue suficiente para hacerme sentir cohibido, era la manera formal de presentarse y mostrar respeto, para mí, un acto realmente innecesario. Una beta de mayor edad se acercó a donde estaba, llevaba un vestido largo, su rostro alargado no decía mucho, algunas de sus arrugas eran visibles y su caminar era elegante.

—Joven Hendricks, bienvenido, soy la señora Brown, la ama de llaves y mucama del Duque Rowlands, estamos muy halagados por su presencia — hizo una leve inclinación antes de mirarme con mucho interés, parecía estar evaluándome —. Parece usted muy joven...

El omega del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora