La historia jamás contada de Úrsula, la bruja del mar

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Cualquier persona puede relacionar el agua o el mar con las sirenas, pero...¿quién relaciona eso con una bruja? Mi nombre es Úrsula, fui la más grande y aterradora bruja que hubo en el mundo, pero nadie me recordará por mi bondad sino por mi maldad. Conocerán mis pecados pero no mi pasado, mi horrible y triste pasado.

Vivía con mi hermana, Morgana, junto a un precioso arrecife en lo más profundo del mar mediterráneo. Por aquél entonces era una sirena joven y curiosa de 18 años que creía que tenía el océano entero a su disposición, listo para dejar que yo descubriera todos sus secretos ocultos.

-¿Adónde crees que vas?- preguntó Morgana en un tono severo.

Suspiré y me acerqué a ella avergonzada.

-Ibas de nuevo a la cueva que hay en la superficie, ¿verdad? Te dije que hoy era la coronación del rey Tritón, el hijo de Poseidón y Anfítrite, ¿recuerdas?

-Sí, lo recuerdo.- contesté con desdén.

-Úrsula, sé que adoras ir a la superficie, pero hoy es un día importante para Atlántida. Deben asistir todos los residentes y nosotras no somos una excepción, ¿entendido?

Asentí con pesar y me alejé de ella. Morgana era dos años más pequeña que yo, sin embargo, podría considerársela mucho más madura y responsable. Pero... aún así, aún sabiendo que ella tenía razón, aunque sabía que debía ir a la coronación, mi corazón me decía que siguiera el camino que yo más ansiaba. No podía dejar de escucharle, al fin y al cabo, sino fuera por él no viviría.

-¿Úrsula? Es la hora, debemos irnos a...No, otra vez no. ¡Úrsula!



-Tu hermana se pondrá furiosa cuando sepa que te has escapado.

-Lo mismo digo, Fiorella. Tu madre es mucho más aterradora que mi hermana.- contesté entre risas.

-Cierto, pero estoy acostumbrada a que me riña. De todos modos, una coronación no es gran cosa.

Asentí y le cogí de la mano para nadar al mismo ritmo que ella. Fiorella era mi amiga de la infancia, siempre me había acompañado en mis excursiones.

-Ya llegamos, ¿estás segura de que deseas hacer esto? Jamás nos hemos adentrado hasta tan lejos en esta cueva.- preguntó preocupada.

-Mientras estemos juntas todo saldrá bien, vamos.

Agarré su mano con determinación y la arrastré conmigo. La cueva era oscura, gran parte de ella estaba inundada, mientras que la otra parte se mantenía en la superficie. Ambas nadamos en la oscuridad durante unos minutos, hasta que comenzamos a vislumbrar una luz en el fondo. Al llegar, una antorcha iluminaba la pared rocosa, parecía un camino hecho para nosotras.

-Úrsula, esto no me parece buena idea, volvamos.- dijo Fiorella agarrando con fuerza mi mano. Estaba aterrada.

Observé con ansia y curiosidad el camino que seguía delante de nosotras. Había más luces a lo lejos, el viento movía las llamas de las antorchas hacia el interior, sin embargo, volví la vista hacia Fiorella, que temblaba y observaba a su alrededor nerviosa. La agarré por los hombros y sonreí para tranquilizarla.

-Volvamos. Sea lo que sea los que nos aguarde más adelante seguro que no es gran cosa.

En cuanto mostró una apariencia más calmada retomamos el camino de vuelta. Al salir nadando de aquella cueva, una corriente descontrolada nos golpeó en la cara con fuerza. El tiempo estaba cambiando, esa noche habría tormenta. Antes de alejarme hacia la Atlantida de nuevo volví la vista hacia la cueva, la curiosidad me estaba volviendo loca, debía descubrir qué se escondía al final de aquella caverna de alguna forma u otra.



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⏰ Última actualización: Apr 18, 2016 ⏰

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