Epı́logo

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༻ SOULMATES ༺
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Varios días después...

La noticia corrió por todos los cielos, llegando incluso a todos aquellos que no solían estar atentos a todo lo que pasaba a sus alrededores.

La pérdida afectó a Fargan más de lo que hubiese esperado. De todos los Yeomnas a los que ha servido, era Vegetta a quien más cariño le tenía a pesar de su actitud fría y distante, probablemente debido a que él pudo conocerlo cuando buscaba a Quackity desesperadamente.

Jamás podría olvidar el brillo en los ojos del azabache cada vez que este pensaba o hablaba de su amado. Con solo verlo se podía saber que estaba enamorado hasta los huesos, y eso a Fargan le parecía muy tierno.

Cuando le quitaron esos importantes recuerdos a Vegetta al borrarle la memoria, el emplumado creyó que no volvería a verlo de esa forma, pero Quackity apareció de nuevo en su vida y Fargan no podía estar más feliz de ello.

Pensaba que desde ese momento Vegetta volvería a ser el de antes, y en parte lo fue, por unos momentos pudo ver al viejo Vegetta de vuelta y realmente esperaba seguir admirando en silencio cuán adorable eran esos dos juntos.

Por eso la noticia de que ambos murieron le cayó como un balde de agua fría en su espalda.

Se encontraba devastado por saber que nunca más los volvería a ver. Más cuando se había prometido ir a conocer mejor a Quackity en sus ratos libres, y tal vez llegar a mantener una amistad con el tierno humano.

Se imaginaba muchas situaciones dónde él y Roier ocupaban el tiempo de Quackity solamente para molestar a Vegetta. Podía imaginar a la perfección el ceño fruncido de este mientras exigía que le devolvieran la atención de Quackity. Realmente deseaba ver eso, incluso convertirlo en una divertida rutina de la que estaba seguro que jamás se cansaría.

Le dolía saber que ahora eso jamás iba a ocurrir.

Y luego tenemos a Roier, quien intentando hallar una explicación al por qué tanto Quackity como Vegetta murieron, investigó a fondo la vida de ambos para entender mejor lo que ocurrió, ya que no era muy consciente de la peculiar situación del humano. Y una vez se enteró de todo él mismo se encargó de correr la voz.

Ahora la tan respetada junta de deidades estaba siendo fuertemente criticada por sus actos que iban muy en contra de los ideales que ellos mismos establecieron. Tanto dioses que no pertenecían a esta y entidades celestiales que vivían por los cielos decían abiertamente su opinión negativa al respecto.

Fueron tantas las críticas que debido a la muy mala reputación que ganaron, la junta finalmente se disolvió, catalogando a todos los –ahora– ex-miembros como poco profesionales, siendo prácticamente la burla del reino de los cielos.

Ya no habría un grupo de dioses dominando todo, ahora cada dios se encargaba de gobernar su propio santuario, y cualquier decisión importante se llevaría a cabo de manera colectiva.

Volviendo a la actualidad, Roier llegó al santuario de Yeomna por quinta vez en el día, esta vez con varios libros e informes en mano.

Él tomó voluntariamente el puesto de Yeomna temporal hasta que encontrara a un sucesor, y por eso se pasaba mucho por allí.

— Buenos días, Fargan. —Saludó con una voz un tanto apagada y ojeras bajo sus ojos.

Fargan notó el cansado rostro del contrario junto a su perezoso andar.

— Necesitas un descanso. —Dijo mientras recogía su escritorio, que estaba más vacío de lo normal.

— Pronto. El nuevo Yeomna que seleccioné es un joven que moriría dentro de poco, solo debo esperar, no voy a cagarla como hicieron con Vegetta. —Informó acabando con un suspiro. — ¿Por qué estás recogiendo? ¿Te vas con otro dios?

YEØMNÅ [V&Q]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora