4. La pregunta

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-Supongo que tengo miedo de ser imaginario. Que me invento todos los días para que otras personas no tengan que hacerlo. Quién realmente soy es secundario a lo que quiero que todos los demás vean y tengo miedo de estar loco. Pero Dios me ayude, tengo el doble de miedo. Estoy cuerdo. Pero entonces, ¿Qué excusa tengo para tratar a las personas como problemas que necesitan ser resueltos o explicados? - Baji habló rápido, como quien vomita las palabras que guarda en su garganta, de esas veces que tienes demasiadas cosas en tu cabeza y cuando abres la boca, terminas hablando de todo y nada a la vez y provocando en los demás miradas confusas que gritan '¿De qué demonios estas hablando, loco?', y abrió los ojos cansado, esperando que Chifuyu tenga esa maldita mirada confundida, de esas miradas que te acusan demente, en una mescla de prejuicio y pena. Pero al abrir los ojos, solo se encontró con Chifuyu, mirándolo con aquel brillo en los ojos que siempre tenía, siempre apacible, siempre dispuesto a su palabra, aquellos ojos; portales a un mar de sentimientos que a veces simplemente prefería perderse en ellos para siempre.

Así que tomo un poco de aire, inhalando profundamente el aire contaminado de la ciudad que entraba por su ventana, y con la cabeza en alto, aun llena de mierda por expresar, buscó dejar pasar todos los pensamientos ajenos a la situación centrarse en quien estaba frente suyo, mirándolo como si fuese la mejor puta persona del mundo, la persona que colocaba las estrellas en el cielo, pero él no era tan perfecto como Chifuyu lo hacía sentir, y las estrellas no se podían ver en Tokio por la maldita contaminación lumínica - Entonces llegaste tú... Tu me enseñaste que no se puede explicar a las personas. Que todos somos historias de fantasmas al final del día. Y tal vez deberíamos tratar de permanecer así - Dijo avergonzado de sus propias palabras.

Chifuyu puso su mundo patas para arriba, con aquellos ojos de un azul transparente, con aquella actitud temeraria y comentarios inocentes, ¿Cómo podía alguien tan inocente sobrevivir a la crueldad de este mundo? ¿Cómo podía sonreír de esa manera tras que le rompan el corazón, y aun andar con la cabeza en alto y con la esperanza de un amor perfecto?

Chifuyu le presentó un panorama completamente distinto, uno donde el amor era extrañamente una mezcla de demasiados sentimientos, algo difícil de explicar, que te hacía crecer, ir más profundo, ser más fuerte de corazón, de esos amores que te ayudan a crecer, a conocerte, que te ofrecen oportunidades que nunca pensaste, porque Baji, nunca antes se había visto a sí mismo, pasando todo un fin de semana entre libros y apuntes, planteando un futuro académico, porque en un momento Baji no vio eso como un acto de amor, pero ¿por cuál otra razón Chifuyu lo ayudaría tanto, ofrezca tanto de su tiempo y esfuerzo en ayudarlo sin tener nada a cambio? ¿Acaso también había una razón concreta sobre las acciones del rubio?

A diferencia de Baji, Chifuyu una vez le dio le dio la respuesta a esa pregunta sin que siquiera se lo preguntó "Cómo no voy a compartir mi tiempo con la persona que paro mi reloj la primera vez que lo escuche reír" Parecía tan fácil para Chifuyu en los ojos de Baji, parecía que él rubio estaba hecho para amar, nacido para dedicar esas sonrisas que enamoran y dar abrazos que te hacen sentir en casa, decía aquellas frases tan vergonzosas con una facilidad que Baji no tenía, y por primera vez en su vida deseaba tener esa coquetería consigo.

Baji no era un poeta y era demasiado sincero a veces, esas veces que duelen, verdad que lastima, pero al final es la verdad, Baji no sabe esconder la verdad de los ojos de Chifuyu, quiera o no, este termina adivinando por cuenta propia la verdad, y tal vez prefiere ser cruelmente sincero que dejar que Chifuyu sobre piense todo y pierda la confianza en él. Amores cruelmente sinceros que que duelen.

Nunca antes había deseado ser distinto, Baji se quería a sí mismo, lo necesario para ser feliz; a diferencia de Chifuyu, pero en más de una ocasión hubiera deseado no dejarse llevar por el enojo, y no tener esa facilidad por ir a los golpes como primer recurso -Tal vez hay una razón por la cual hacemos las cosas maravillosas y horribles que nos hacemos los unos a los otros, pero las razones son demasiado simples para ser satisfactorias - Dijo tirando su cabello hacia atrás, las respuesta insatisfactorias parecían ser su especialidad ese día - Y luego nos olvidamos y nos volvemos a desconcertar, porque realmente no queremos entender qué es lo que nos hace lastimarnos los unos a los otros - Hablaba ya harto, cansado, con esas ganas de dejar las cosas y salir, de huir, pero no podía, no sin dar una respuesta, no dejando a Chifuyu allí, con los ojos en busca de una señal ¿Acaso de una respuesta satisfactoria? Ojalá él si la encuentre, porque Baji se sentía más perdido de que costumbre, y tal vez ver que ambos se encontraban en el mismo naufragio era una buena señal.

Se obligó a mantener la mirada en Chifuyu, el sol ya había bajado, y el cielo tomado tonos violetas y rosas que pintaban su habitación, con aquellos tonos tan vivos que le recordaban que estaba vivo, vivo y sin respuestas. Chifuyu lo miraba en silencio, dejándolo hablar como siempre lo hacía cada que él necesitaba ser escuchado, pero tal vez esa tarde no debía hablar sentía que ya demasiadas tonterías había dicho. El rostro de Chifuyu se mantenía neutral, pero sus ojos no sabían guardar secretos y la tristeza que cargaba hablaba por él - Porque realmente no queremos entender qué es lo que nos hace lastimarnos. - Repitió Baji en un susurro desesperado.

¿Cuántas veces se habían lastimado mutuamente sin intención? ¿Por qué a quienes amamos son quienes nos terminan haciendo más daño? En la mayoría de veces sin intención, otras con la crueldad que caracteriza a los humanos.

Lo que tenían no era el romance perfecto con el que Chifuyu soñaba, pero era un amor real, lleno de fallos y heridas, de cicatrices y lágrimas, aspectos que no quitaban el amor, la lealtad, confidencia que se tenían, ni borraba las sonrisas, los besos, las alegrías que compartían juntos.

-Joder, lo siento. Quiero decir, he tenido muchos problemas para concentrarme últimamente. Demasiado aspartame en la dieta, creo - Dijo Baji, en intento de quitar importancia a sus palabras, buscando en palabras inteligentes excusas, que tal vez lo harían sonar más creíble. A veces temía de lo que lograba sacar al estar junto a Chifuyu, de las partes de él que se construían cuando estaban juntos en aquel pequeño pedazo de mundo que se animaban a llamar suyo.

¿Es que realmente lo que Baji sentía y el "porque" lo sentía era algo que él podía explicar con palabras?

Tal vez la respuesta nunca terminaría de llegar, siempre a medio camino, pero así era la cosa, Chifuyu no pudo callar lo que sentía, y la curiosidad insegura de ser amado, la curiosidad, esa cosa temeraria que no siempre nos lleva a un lugar feliz. Pero no entender el porque de algunas cosas te arruina mentalmente, Chifuyu no podía evitar sobre pensar las cosas a veces, y cuando tenían tontas discusiones, que para Baji solo eran eso, ya que era una de las pocas formas con las que se relacionaba con la gente, con su madre, con sus amigos, con su ahora pareja, las pequeñas "peleas" eran pan de cada día, no tenían más sentido que una pequeña contradicción, la cual se podía solucionar con una simple conversación, pero a Chifuyu cada discusión, cada cosa que sentía que lo hacía mal, se iban apilando poco a poco, como un vaso que se llena lentamente con diminutas gotas, que tarde o temprano termina rebalsando. Y su inseguridades, que a pesar de presentarse en su tranquila vida cotidiana, esa tarde desencadenaron en aquella pregunta que desató todo esto ¿Por qué Baji lo amaría?

Chifuyu sabía que el corazón no respondía a razones, así que una lista de pros y contras sería una verdadera tontería, pero una razón debe existir ¿Verdad? Chifuyu amaba a Baji y respondería sin pensar que lo ama y diría mil razones por las que ama ciegamente al mayor: Porque eran buenos amigos, porque cuidaba de Peke J, porque era fuerte, porque sus manos a pesar de llevar los nudillos llenos de cicatrices por los golpes eran suaves y cariñosas cuando nadie los veía, porque tenia ojos de color café (ese color café que te quita el sueño), y su piel solo un tono más morena que la suya le encantaban, o que el solo ver su sedoso cabello con olor a su shampoo de coco lo hacia sonrojarse. Porque su grave voz podía lograr que él haga lo impensable, porque nunca antes en su vida hubiera estado de acuerdo en estar en una relación jerárquica con alguien, pero con Baji... Chifuyu de verdad quería que Baji sea su capitán, porque fue la primera persona a la que le hablo con respeto, porque fue el primer hombre al que respeto. Porque aunque Chifuyu nunca se lo dijo en voz alta, Baji fue la persona que "enderezó" su rumbo, tras pasar su vida antes de conocerlo odiando y lastimando a otros.

Y tal vez podría nombrar mil razones más ¿Pero aquellas respuestas de verdad respondían la pregunta?

La diferencia crucial tal vez estaba que; a diferencia de Baji, para Chifuyu este era su primer amor, estaba en su primer vuelo, en su primer camino a aprender a amar. Y queramos o no, los primeros amores siempre están llenos de carencias e inseguridades, iban de un borde al otro, olvidándose de los puntos medios, con un equilibrio inexistente y reciprocidad entrecortada.

Chifuyu temía que el amor que ellos se tenían se agotase con lentitud y un día simplemente deje de existir, pero si realmente había una razón por la que ellos se amaban, un porque a sus sentimientos, entonces tal vez, tan solo tal vez, no tenía porque temer al final de su alegría.

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