Enfermedad.

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"¿El amor dolía tanto?"

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—Agua... Tengo tanta sed...—

Los días seguían siendo los peores para Reo. Debido a su notable tristeza, cayó en cama un par de semanas, tiempo en el que el colegio no era prioridad, sino más bien una molestia.

Fiebre, dolores de estomago, vomito y poco más acompañaban a Reo cada noche, y es que quien dice que la gente no puede enfermarse de amor.

No tenia fuerzas ni ganas de hacer nada, pero aun así, cada mañana miraba su celular con la esperanza de ver una disculpa de Nagi en su buzón de mensajes. Aunque claramente eso seria imposible, solo era su corazón dándole nulas esperanzas.

Desde el día de la salida con los chicos, Reo no había contactado con ninguno de sus ex compañeros, incluso rechazó las llamadas de Chigiri.

—Chigiri, eh... lo siento, después me disculparé.

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La última vez que había visto a Nagi fue en unas noticias de Twitter, pero aun verlo solo en fotografía hacia que su tristeza aumentara.

"Si hubiese sabido que esto terminaría así... hubiese aceptado aquel beso..."

Sus ojos nuevamente se habían llenado de lagrimas, incluso aquella foto lo hacia sentir así de mal.

—N-Nagi tonto...— suspiró.

Actualmente se sentía mas sensible que de costumbre, era casi imposible contener las lagrimas, incluso había noches en las que se quedaba dormido después de sollozar y llorar tanto. Cualquiera que lo viera directamente a la cara, sabría que la noche anterior no había sido la mejor para Reo.

Toc, Toc.

Un escalofrío recorrió el cuerpo del chico al escuchar que alguien llamaba a la puerta, estaba tan distraído que incluso eso lo asustaba. Rápidamente limpió su rostro y se escondió en el desastre de sabanas que cubría la mayor parte de su cama.

—A-adelante...—

—Joven amo, le he traído un poco de jugo, por favor, coma algo.— Con una elegante reverencia se acercó a la cama del chico.

—N-no tengo hambre, por favor, déjame solo Ba-ya...—

La anciana solo asintió y salió de la habitación, no sin antes dejar en el escritorio una charola con bocadillos y varios jugos.

En cuanto la puerta se cerró por completo, el joven con dificultad se puso de pie y rápidamente quitó la charola del escritorio, pues la mayordomo la había dejado justo arriba de las cartas que Reo había escrito en ese tiempo.

En un intento de organizar el desastre de sobres, tomó una de las tantas cartas y la releyó una vez más, mientras tomaba un poco de jugo.

"Nagi...

Espero estés contento, desde que terminamos mi salud ha ido en picada, me cuesta dormir, no puedo consumir nada porque mi cuerpo simplemente lo rechaza... 

Ni siquiera tengo la fuerza suficiente para sostener bien este bolígrafo. 

Te odio, te odio, te odio-..." 


Muchas de las hojas se encontraban llenas con las palabras "Te odio, Nagi", aunque detrás de la página siempre había una carta de desamor escrita.

Cartas para Nagi |NagiReo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora