Una tarde, envuelta en horizontes teñidos de cielos naranjas, me encontré con aquella etiqueta que, por un capricho del destino, parecía encajar perfectamente con la que había buscado durante meses por toda la ciudad. Había reclamado a la naturaleza, al destino e incluso a Dios, preguntándome una y otra vez: ¿cuándo la encontraré?
Sé que llamarla "etiqueta" es demasiado simplista, ya que era mucho más que eso, pero tampoco era imprescindible como para respirar o encajar dentro de las cualidades humanas. La llamé etiqueta porque en cada tono, cada enunciado y cada marca, era perfecta. Como los humanos, somos perfectos para ser humanos, pero no para ser juzgados. Pero supongo que es mi manía de querer explicarlo todo.
Me acerqué lentamente, sin que nadie advirtiera mi destino. No era normal detenerme a contemplar "una etiqueta" y quedar deslumbrado por ella. Sería absurdo pretender estar sorprendido por algo "tan insignificante" a los ojos de los demás y del resto del mundo.
Esa tarde, la menos indicada y la más inesperada para encontrar aquella "etiqueta", mi mente se hallaba en ruinas descuidadas, sin nada que hacer ni sentir. Me encontraba rodeado de tanto y de nada: rosas marchitas, catres desgastados y espejos sucios y abandonados. También divisaba un humo ascendiendo a lo lejos, desde la colina. Mientras tanto, el resplandor del día se desvanecía, más intenso y directo de lo habitual.
Debo admitir que, como mencioné antes, esa tarde no era la más propicia para ese encuentro humano.
Pasaron unos minutos, quizás veinte o treinta, y me recosté en un banco que dividía esos metros en partes iguales, incluso más cerca. Sin darme cuenta, mi mirada se posó en ella y sucedió... me devolvió la mirada. Además, como si se tratara de un cuento, sonrió. Pero no era una sonrisa común y corriente. Era una sonrisa diferente. A decir verdad, nunca antes había presenciado tanta plenitud y... ¿belleza?
Era cierto lo que los demás solían decirme. A menudo me gritaban: "Eres raro, ¿qué clase de hombre se obsesiona con una mirada?" Sin embargo, no me incomodaba el término "raro". Lo que realmente me perturbaba era la creencia de que lo normal era más que lo monótono. Aquellos que hacen lo que quieren no habitan los mismos lugares ni experimentan los mismos sentimientos; no siguen los patrones impuestos desde temprana edad. No es que debamos ser desobedientes, pero todo se vuelve monótono cuando los patrones dictan nuestros movimientos y pensamientos.
Permanecí inmóvil, torpe incluso. Me quedé allí, plantado frente a esa sonrisa que, de alguna manera, buscaba y provocaba. En un instante, me inundaron un sinfín de pensamientos y preguntas: ¿y si no es para mí? ¿Es cortés acercarme? Ahí comprendí eso que los escritores suelen decir sobre la multiplicidad de momentos y pensamientos que surgen tan rápidos como la luz.
También sonreí y entre labios susurré un "hola". Seguía pensando que todo aquello era una fábula, y no una fábula simple y comprensible. Justo en el instante que susurré aquella torpeza repetí en mudez, tantas veces: que linda... ¡es impresionante!
Mis palabras apenas se escucharon en el aire, pero la etiqueta pareció captar mi saludo. Su sonrisa se amplió y sus ojos brillaron con una chispa de complicidad. En ese momento, sentí como si el mundo se detuviera a nuestro alrededor, como si solo existiéramos nosotros dos en aquel instante mágico.
Sin pensar en las dudas o las convenciones sociales, me acerqué lentamente hacia ella. Cada paso que daba estaba lleno de anticipación y emoción, como si estuviera a punto de descubrir un tesoro oculto. Y de alguna manera, así era. Aquella etiqueta despertaba en mí una curiosidad inmensa, como si guardara secretos profundos y significados más allá de lo evidente.
Cuando finalmente estuve frente a ella, la observé detenidamente. Cada detalle de la etiqueta era cautivador: su textura suave, las palabras cuidadosamente impresas y los colores que se entrelazaban en armonía. Parecía contener una historia propia, una narrativa silenciosa que solo podía ser desvelada por aquellos dispuestos a sumergirse en ella.
Sin decir una palabra, extendí mi mano y la acaricié suavemente, sintiendo su presencia tangible bajo mis dedos. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras una oleada de emociones inexplicables se apoderaba de mí. No podía explicar por qué aquella etiqueta me atraía tanto, pero estaba claro que había encontrado algo excepcional, algo que trascendía las expectativas ordinarias.
Permanecimos así, unidos en un silencio cómplice, mientras el tiempo parecía detenerse. No necesitábamos palabras para entendernos, pues nuestras miradas y gestos transmitían una conexión profunda y misteriosa. En aquel momento, me di cuenta de que había encontrado algo más que una simple etiqueta; había encontrado un símbolo, un recordatorio de la belleza y la singularidad que puede esconderse incluso en las cosas más cotidianas.
Desde aquel día, la etiqueta se convirtió en mi compañera constante. La llevaba conmigo a todas partes, como un talismán que me recordaba la importancia de buscar la belleza en lo inesperado y apreciar las pequeñas maravillas que la vida nos ofrece. A través de ella, aprendí a valorar lo singular y a desafiar las convenciones, encontrando alegría en las imperfecciones y magia en los detalles más sutiles.
Y así, mientras continuaba mi viaje junto a la etiqueta, descubrí un mundo nuevo y fascinante. Un mundo donde las palabras se volvían más poderosas, los colores más vibrantes y las experiencias más enriquecedoras. En cada encuentro, en cada mirada compartida, la etiqueta me recordaba que la verdadera belleza reside en la capacidad de abrir nuestros ojos y corazones a lo extraordinario que puede encontrarse en lo común.
Así concluye mi historia, la historia de un encuentro fortuito con una etiqueta que trascendió su forma física para convertirse en un símbolo de belleza y singularidad. A veces, lo más inesperado puede ser lo más extraordinario, y solo necesitamos tener la disposición de explorar y descubrirlo.
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Etiqueta / R. Mauricio Guillén
Short StoryEste relato narra el encuentro inesperado entre un protagonista y una etiqueta que despierta su curiosidad y fascinación. A través de una narrativa cuidada y reflexiva, se exploran temas como la búsqueda de la belleza en lo cotidiano, la importancia...