Prólogo

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En las altas cimas de la fama, envuelta en aplausos y flashes de cámaras, se encontraba Emily, una cantante de renombre mundial. Su voz resonaba en los corazones de millones de personas, mientras su imagen era el deseo y la envidia de muchos. Sin embargo, tras años de vivir en el ojo del huracán, llamado estrellato, Emily anhelaba una pausa, un momento de paz en medio del caos.

Cansada de los excesos y la presión constante de la prensa, Emily decidió que era hora de alejarse de los escenarios brillantes y buscar refugio en un lugar remoto y desconocido. Fue así como llegó a Oakridge, un pintoresco pueblo entre montañas y olas, lejos del bullicio y las miradas curiosas.

En Oakridge, Emily era solo una desconocida más, un rostro que no generaba expectativas ni titulares sensacionalistas. Aquí, podía ser simplemente ella misma, lejos de la máscara de la fama. Sin embargo, no esperaba que su llegada a este rincón olvidado del mundo le deparara una sorpresa tan maravillosa.

En el corazón de Oakridge se encontraba Daniel, un pintor amable y apasionado, cuyas obras transmitían emociones y capturaban la esencia de la vida misma. Era un hombre sencillo pero influyente, conocido y admirado por todos en el pueblo. Su sola presencia inspiraba a los demás y avivaba la llama creativa en sus almas.

Cuando Emily y Daniel se cruzaron por primera vez, el universo pareció conspirar para unir sus destinos. Cada paso que daban juntos, cada conversación compartida, cada mirada llena de complicidad, era como una pizca de amor que alimentaba el fuego en sus corazones. Daniel se convirtió en el lienzo donde Emily podía expresarse libremente, y ella, a su vez, se convirtió en la musa que inspiraba las pinceladas de Daniel.


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