Capítulo 3. Huida

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Tres años atrás

Recuerdo cuando mi mamá estaba junto al padre de la iglesia sentados en el sofá de la sala, mientras yo escuchaba al padre decirme: "Hijo, debemos orarte porque aquí yo siento al demonio del homosexualismo, y queremos protegerte de eso en esta casa";  yo sabía que lo decían por mí, pero internamente el coraje de no poder decir nada por el riesgo de ser corrido de la casa, y el hecho de no poder contestarle al padre por tener más preferencia para mi mamá que su propio hijo, hizo que me dieran ganas de llorar, sin embargo tuve que tragarme mis lagrimas pues sólo confirmaría lo que tanto pensaban, y es que teniendo 20 años ¿Cómo iba a ser posible no tener novia? Al menos eso pensaba Carmen, mi mamá.

Sin siquiera haber dado indicio de ello, por el simple hecho de no haber tenido novia y no estar interesado en eso era sospechoso de ser gay ¿Acaso eso es más grave que el sexo fuera del matrimonio que tuvieron mis hermanos con sus novias a mi edad? ¿Eso era más abominable que las infidelidades de mis cuñadas? ¿ O que la polémica del padre que abusaba de una de las jovencitas de nuestra iglesia? Ahí sí nunca lo vi a él intercediendo. Ciertamente, a pesar de ser lo más dedicado posible a Dios y de seguir el camino, siempre era juzgado.

Dejé que me oren, siendo un acto de humillación para mí. Al irse el padre con mi mamá de la casa, entré a mi cuarto y apenas cerré la puerta comencé a llorar en silencio. Para ese entonces, yo empezaba sentir atracción hacia los hombres, siempre supe que estuvo mal, que era pecado, pero incluso aún así quise acabar con eso. Mi miedo era inmenso, nunca conocí a nadie de mi familia que fuera homosexual, de ser el primero ¿Qué iba a esperarme?¿El desprecio? ¿El castigo? Llegó el punto que en la iglesia en las oraciones me quedé sin lagrimas de tanto pedirle a Dios que me quitara ese sentimiento, de que me matara primero antes de cometer un pecado sobre eso. 

Recordaba la vergüenza que sería para mi familia, pues en una ocasión, cuando tenía 8 años mi hermana se acercó y me dijo: "Compórtate como un niño, hubo un chico que se acercó y me dijo que te ves muy amanerado", ella tenía 18. Ese día yo me derrumbé y sentí que no valía nada por ser quien era, un niño, pues yo ni siquiera sabía que era ser amanerado.

Tengo más memorias de situaciones así, pero traerlas de nuevo solo volverían a abrir mis heridas, así que es mejor dejar el pasado atrás. Sin embargo, ese antecedente me carcomía por dentro, es entonces que decidí dejar el pueblo para estudiar la universidad en Mérida. Corrí el riesgo de quedarme para siempre en mi pueblo, pues de no pasar el examen de admisión, me quedaría en Umán para trabajar en el campo; pero mis ganas de huir de mi familia fueron más fuertes que el deseo de quedarme y soportar más humillaciones. Llegar y conseguir una casa para rentar fue fácil, pues encontré un roomie en la uni con quien podría compartir gastos, además de que ser estudiantes le brindaba más confianza a los caseros de dar rentado.

Dos años pasaron para decidir resolver esa duda que tanto tenía en la cabeza sobre mi gusto; en ese momento dejé de pedir perdón en mis rezos, de suplicar por quitarme "esto". Al principio quería experimentar pero mi conciencia lo impedía, me decía que estaba mal, pero llegó el punto de que fue incontrolable, pues mi cuerpo pedía hacerlo y la batalla entre mi cuerpo y mi mente me estaba quemando. Y sin pensarlo, un día abrí el Grindr y encontré un perfil de un adonis para mí, al tipo que siempre me imaginé que tenía que ser para una primera vez, así que le mandé mensaje explicándole mi situación. Para mi sorpresa él aceptó y no podía creerlo ¿Tendría mi primera vez con un extranjero?

Disculpa ¿Cómo te llamas?- le pregunté en el chat.

Mark- me contestó- Entonces te veo mañana a las 9 AM ¿Ok?

Así es, muchas gracias Mark- Sorprendido y avergonzado, terminé la conversación, esperando el día que cambiaría mi vida para siempre.

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⏰ Última actualización: Jul 03, 2023 ⏰

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