Capítulo 2

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Daniel Valencia era un hombre temido, considerado desagradable por los empleados y frío por desconocidos.

Así era su reputación en Ecomoda –empresa que heredó después de la muerte de sus padres–, nadie que trabajará en la planta administrativa se quedaba tranquilo después de escuchar su nombre correr por los pasillos. Aunque esas opiniones no le quitaban el sueño, para Daniel la única opinión importante venía de su pequeña familia.

Daniel detestaba ir a Ecomoda, desde que Armando Mendoza se hizo con la presidencia luego de una fraudulenta campaña que consistía en pedirle matrimonio a una accionista, Marcela Valencia, su adorada hermana.

Una de las dos personas que él más amaba, había votado por su oponente, lo había traicionado por un matrimonio con su infiel novio.

Para personas cercanas, Daniel era un hombre protector, tierno, sincero y en ocasiones dulce, claro, eso solo con la familia, Roberto la figura paterna que encontró luego de quedar huérfano, Margarita, una mujer paciente que trataba de balancear su duro carácter con el resto de la familia, María Beatriz, su alegre y vivaz hermanita pequeña, cuyo carácter tendía a fastidiarlo luego de mucho tiempo juntos y por último, pero no menos importante, Marcela, probablemente con quien mejor se llevaba, pues sus personalidades se parecían hasta cierto punto.

En fin, ya no le quedaba nada por hacer más que estar pendiente de los movimientos de Armando, y así asegurarse con la ayuda de Olarte que nada pusiera en riesgo el patrimonio de su familia.

Y es que aunque odiara a Armando, Daniel se caracterizaba por ser un hombre maduro, responsable y centrado, por lo que luego de llegar a Ecomoda, entro resignado a soportar a su desagradable cuñado y cumplir con su deber.

Después de saludar a la recepcionista, subió a la segunda planta encontrándose con las secretarias, Sandra, Mariana y la querida amiga de su hermana, Patricia Fernández.

Para Daniel era difícil ver a una mujer y no reparar en su físico, era algo casi inconsciente. Sabía lo hermosa que Patricia era, pero también sabía lo que buscaba, un hombre con la cuenta abierta e ilimitada.

—Buenos días— saludo a todas las secretarias—. ¿Ya llegaron Roberto y Margarita?— pregunto a la secretaria de presidencia.

—Buenos días, doctor— respondieron Sandra y Mariana.

—Hola Daniel— dijo Patricia con algo de coquetería—, Roberto y Margarita estan en la sala de juntas con Marcela— respondió.

—Bien— dijo y se dirigió a la sala de juntas.

~ • ~

—Buenos días— saludo a todos en la sala.

—¡Hijo, que gusto verte!— respondieron Roberto y Margarita al unísono.

—¡Daniel!— saludo efusivamente Marcela a su hermano.

—Todavía no llega el resto, por lo que veo—. dijo algo disgustado.

—Ya sabes que María Beatriz nunca se levanta temprano— dijo Marcela, con un poco de gracia al notar el cambio de humor.

—¿Y dónde esta nuestro ilustre presidente?, ¿acaso el tampoco se ha levantado? O mejor dicho, aún no lo han levantado— alegó con cizaña.

—Hay Daniel, por favor no comiences– le regañó Margarita.—Mejor cuéntanos, ¿cómo has estado?— cuestiona al mismo tiempo que el presidente y el vicepresidente entraban a la sala de juntas.

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