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Pegar un ojo en la noche había sido totalmente imposible de lograr luego de haberme encontrado con Damesse después de nuestra misión reveladora.
Cada sentimiento que creí muerto, terminó siendo simplemente un engaño de mi cerebro para proteger a mi corazón. No lo había olvidado y mucho menos superado. Lo sentí cuando sus brazos me envolvieron para calmarme y cuando susurró lo herido que se sentía también.
Ya había fecha para el evento en conmemoración a Morbis Desire. Sería al día siguiente, aunque el lugar aún seguía siendo desconocido para los invitados, creando una especie de sensación misteriosa y excitante en mí. Iría, por supuesto que sí. Iría para ver de que se trataba e intentar contactar con la cara visible del evento porque quizás tenía algo que ver con la muerte de Reyna. Sin embargo, no podía quitarme otro encuentro de mi cabeza.
La noche anterior había sido una tortura en la que solo quería apagar el fuego que sentía en mi cuerpo, pero ni autosatisfacerme había servido para acabar con aquella necesidad de él. Con esa tortura que encendía mi piel al recordar sus labios humedeciendo mi piel.
Me levanté al otro día con las piernas pesadas, los ojos rojos por el esfuerzo y bolsas oscuras debajo de ellos. Cansada, agotada, molesta e insatisfecha. Era uno de esos días en los que entablar una conversación amigable conmigo no estaba en mis planes y, luego de haber convivido lo suficiente con Dalia y Adam, descubrieron mi falta de emoción y decidieron volver a casa para buscar más ropa e ir a la oficina de Adam para arreglar unos asuntos pendientes con una aseguradora. Emily había aceptado gustosamente irse con ellos, lo cual era una excelente idea para estar sola y pensar en todo lo que había sucedido.
Había vuelto a besar a Damesse. Qué irónico se sentía desear a alguien de forma descomunal, pero, a su vez, sentir la misma magnitud de odio hacia él.
Me encantaba, pero detestaba ese sentimiento. Él tenía familia. Había engañado a la madre de su hija y tuvo la desfachatez de hacerme sentir culpable luego de derramar sus lágrimas que partieron en dos mi corazón. O lo que quedaba de él.
-Maldito Damesse y su estúpida forma de hacerme sentir -exlcamé al aire.
El día se estaba acabando y yo solo había deambulando por toda la casa en ropa interior de encaje y una simple bata de seda que con suerte cubría lo suficiente como para no mostrar demasiado. Mi estómago estaba totalmente vacío, pero no tenía hambre. Solo tenía ganas de recostarme y dormirme para poder olvidar por un momento aquellas manos envolviendo mi cintura pequeña, acariciando mi cuerpo con necesidad. Sus manos que con torpeza se abrían camino, contradictorias a lo que en realidad debía hacer, que era alejarme de su lado. Exigirme distancia para no caer en viejos hábitos.
Subí la escalera para volver a la cama, con la esperanza de poder saciar mi lujuria y dormir plácidamente, pero no estaba en los planes del destino dejarme descansar. Una hora después, seguía con mis pensamientos desesperados por saber qué hacer a continuación.
Cerré los ojos y comencé a torturarme nuevamente, sintiendo mis manos bajar por mi estómago siendo remplazadas por las manos cálidas y grandes de Damesse. Sentí su cuerpo sobre el mío mientras pegaba nuestras caderas para hacerme sentir su dureza en mi estómago, con sus labios devorando mi cuello como si fuera la fruta más deliciosa y jugosa.
Luego de saciar mi necesidad, miré la hora. El reloj marcaba casi las cinco de la madrugada y mi sueño comenzaba a aflorar, agradecida a Dios, cerré los ojos e intenté entregarme a los brazos de Morfeo.
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Ley & Deseo: Dominación.
RomanceSegundo libro de la saga: Ley & Deseo. Es necesario antes leer el primer libro publicado. Corina Mostrangelo vuelve a su ciudad natal, pero esta vez lo hace junto a una pequeña niña y una familia de cuatro. Adam, Dalia y Emily forman parte de su...