Tenía suerte, de verdad mucha suerte, hasta agradecía al destino porque no creía que fuera justo para el resto del mundo que fuera tan afortunado, ya no solo por su privilegiada vida o su amorosa familia y ni siquiera quería mencionar lo brillante de su belleza y carisma, sino que todo era únicamente por conocer la dicha de ser el destinado del Alfa más perfecto de todos.
Min Yoongi era su todo, el dueño de su corazón, la razón de sus suspiros, el propósito de su felicidad, no había nadie más que su amado alfa. Era atento, cariñoso, adorable, agradable, amable, atractivo, protector, tanto su lobo como él estaban completamente satisfechos con el agradable comienzo de su relación.
Recuerda que fue casi instantánea la forma en la que se enamoró, siendo un inexperto en ese alborotado lugar, acompañado de otros socios y empresarios, él se acercó a su mesa, le ofreció vino, se sentó a su lado al igual que otros hombres y mujeres, su aroma era fuerte, su atractivo inigualable, su carisma tan reconfortable, olvidó por completo los nervios que lo consumía tras esa salida de negocios cuando el envolvió su cintura con su brazo mientras conversaba con elocuencia y entusiasmo con las demás personas de la mesa.
Quiso ser cuerdo, razonó que estaba siendo así porque era su trabajo como acompañante, hasta comparó su conducta con la de los demás acompañantes y notaba como ese acercamiento, toqueteo, coqueteo y sonrisas las tenían todo el personal del lugar, con cada mesa, cada cliente, no creía ser especial para ese agradable alfa, pero al terminar la noche, tras beber más de lo correcto y de despedirse de sus socios de trabajo igual de ebrios y cegados por las atenciones de los acompañantes, decidió abandonar el lugar, siendo acompañado por voluntad propia, por un caballeroso Yoongi.
Esperaron juntos a que llegara un taxi, Yoongi hablaba de lo agradable que fue la noche a su lado y Seokjin sentía que no podía siquiera responderle de la vergüenza que lo consumía al estar tan cerca de él.
—Espero verlo de nuevo, señor Kim, por favor cuidese de camino a casa— El taxi ya esperaba por Jin y escuchar esa despedida casi le hace refunfuñar de tristeza, pero cuando estuvo a punto de abrir la puerta del automóvil, sin decir palabra alguna de despedida mas que una leve sonrisa, él sostuvo su hombro con el único fin de detenerlo y susurrarle —Revisa tu saco al volver a casa, omega...
No dijo más, no pudo hacerlo, Seokjin solo alejó de él por inercia y terminó dentro del vehículo, aún más sonrojado, viendo con sorpresa al alfa que se despedía con una sonrisa adorable.
En es instante entendió por qué le atrajo desde el momento uno, porque de primera, lo identificó como omega a pesar de que tomaba todos los supresores necesarios para ocultarlo y aún más en su trabajo, ese acompañante era su alfa, el destinado de su lobo, su pareja ideal.
El taxista apenas entendió las indicaciones a su hogar y cuando salió de su conmoción, revisó apresurado el negro saco de su traje, encontrándose con un pequeño papel con un número y una corta oración que le acompañaba.
'Llamame'.
Habían pasado meses desde ese primer encuentro, pero lo recordaba con tal cariño, que mientras se encontraba en los brazos de su amado alfa y pareja al ver una película en su hogar, podía identificar lo fuerte de su aroma a roble, acompañado de uno qué, por primera a vez, no era suyo.
Otro aroma, su alfa tenía otro aroma, uno que no era de él, ni suyo.
Su angustia comenzó a consumirlo, sintió una molestia subir por su garganta y al momento sintio por dentro a su lobo gruñir desesperado. Se levantó del cómodo lugar entre sus piernas y volteó para poder mirar su cálido rostro.
—¿Ocurre algo?— Yoongi sostuvo con sus manos su bello rostro desde sus mejillas, le regaló una amable sonrisa y sintiendo una necesidad natural, lo besó sin esperar una respuesta.
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Dulces celos de omega - YoonJin
FanfictionEra normal que culpara a su lobo por su notable irritabilidad, pero muy en el fondo sabía que sus miradas sarcásticas, sus puños apretados y el calor asfixiante de su rostro eran solo el reflejo de su enojo, porque no aceptaba la idea de que su amad...