Olivia Brown
La vida neoyorquina era tan diferente a cómo era en Florida, y eso no era algo negativo.
Hace una semana estaba viviendo, probablemente, mi mejor vida, con buenos amigos, buenas calificaciones, en fin, tenía una buena vida. Pero ahora estoy aquí, llenando mis paredes con las mismas fotografías que tenía en mi anterior cuarto.
Mañana es mi primer día, pero estábamos a mitad de año, así que me estaba preparando mentalmente para sentarme sola y no entender la mitad de las clases.
Ese día me enviaron mi horario y también, me hicieron escoger clases extras, que eran obligatorias, elegí literatura, porque soy muy buena escribiendo; español, porque tenía una novia que habla español y mi mejor amigo es latino así que aprendí mucho; y me uní a fútbol, porque tenía que escoger un deporte y era el único al que jugué antes.
Terminé de pegar el último póster y entró mi hermana, Andrea.
—¿Nerviosa? —Me preguntó y se recostó en mi cama. Yo estaba encima de esta. Meneo la cabeza.
—Un poco. ¿Y tú? —Me recosté a su lado.
—También. Es que, esta escuela es mucho más grande que la de Boca de Ratón, y no sé, estoy segura que me voy a perder y que voy a estar sola.
—¿Cómo sabes que es grande si no la hemos visto?
—La busqué en internet.
Asentí.
—Tiene sentido. Que no se te olvide que yo también voy a estar ahí, puedes estar conmigo, sabes que no me molesta.
—Bien —Pausó— ¿Ya escogiste tus extras?
—Sí. Literatura, Español y el club de fútbol.
—Ah. Yo me uní a las porristas. O sea, aún tengo que hacer las pruebas y eso, pero sé que tengo muchas posibilidades.
—Claro, yo también tengo que dar pruebas, pero creo que soy buena.
—Lo eres.
Andrea es mi media hermana, ella y Amelia. Mamá me tuvo cuando aún iba a la universidad, tenía 22 y se enamoró de mi papá biológico, y después de nacer, murió. No lo recuerdo, porque tenía meses de vida, pero mamá me lo contó.
Nací en un pueblo de Texas, pero cuando murió papá, nos fuimos a Florida, ahí me crié. Con el tiempo, mamá conoció a Charles, el papá de Amelia y Andrea, y con el tiempo también se transformó en el mío.
Tenía 2 cuando nació Andrea, me encantó la idea de tener una hermana, sin embargo, me arrepentí cuando lo único que hacía Andi era llorar y dormir. Y a los meses de cumplir 10 y Andrea 8, nació Amelia, nuestra hermana menor y la bebé de la casa.
Papá nunca me hizo sentir que no era su hija o que quería más a Ame y a Andi que a mí, aunque yo sabía que no era mi papá "de verdad". Mamá siempre decía que no era mi papá de sangre, pero sí de corazón y eso fue suficiente para mí. Él me crió y es mi papá.
Alguien golpeó mi puerta. Sé que es Amelia porque los golpes son suaves.
—Pasa.
—Mamá dice que si quieren ver una película. Está haciendo palomitas de maíz.
—Me vendría bien —le respondo y me levanto de la cama y camino hacia ella.
—¿Vienes, Andi? —Amelia le dice.
—Sí. Voy a buscar mi celular y voy.
Las noches de películas son esenciales en mi familia, especialmente los días en los que mamá no trabaja. Somos muy afortunadas de tener padres que ganan lo suficiente como para darnos un par de lujos y no pasar tanto tiempo con ellos es el costo, algo caro, pero esa es nuestra vida.
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Con olor a otoño
Ficção Adolescente¿Cuál es el sentido del otoño? ¿Cómo se siente? ¿Cómo sé que se acabó y el invierno comenzó? ¿Y si dejo de percibir en él? ¿Y si termina y no estás? ¿Y si nos perdemos en el tiempo? ¿Y si vuelven a caer hojas y no vuelves tú? ¿Y si huele a otoño y n...