Capítulo 1

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Hace una semana trabajaba como policía y hoy estaba sentada en mi sofá con la pijama puesta todo el día, viendo la televisión con un bote de helado y una copa de vino, es triste saber que mi carrera como oficial de policía había terminado tan abruptamente por una supuesta insubordinación; claro que le grite a mi jefe, pero en mi defensa podía alegar que él estaba coludido con la mafia a la que se suponía debíamos atrapar, aún estaba obsesionada con atraparlos y por cómo me echaron apenas tuve tiempo de recoger algunos indicios del caso en un disco duro, debió haber sido un alivio deshacerse de un dolor en el trasero como yo para ellos, pero no estaba dispuesta a dejar todo por lo que había trabajado, sé que habrá alguna forma de dar con ellos, y obviamente necesitaba encontrar un empleo, aunque no había tenido mucho éxito, por no decir ninguno, en ello.

Me levante del sofá cuando ya rondaban las 5 de la tarde en el reloj a revisar las cajas de cartón que aún quedaron apiladas en la entrada desde mi salida de la comisaria y con sorpresa encontré entre mis pertenencias un pequeño sobre con mi nombre, una caligrafía extraña, me deje llevar por la curiosidad y lo abrí, una tarjeta se podía ver en el con una rara insignia que ponía debajo "Parabellum", al reverso de ella note unos números, o más bien coordenadas y una fecha; desde mi despido había perdido la noción del tiempo, pero me incorporé rápidamente para ver la fecha en el calendario del teléfono, en efecto, era hoy, tome la laptop de mi habitación y me situe en la cocina, todo estaba hecho un desastre, trastos sucios por aquí y por allá, sin contar los botes de helado que se observaban sobrepasando el cesto de basura.

Me apure a googlear las coordenadas y sin sorpresa descubrí que se trataba de, creo que la mejor definición sería edificio abandonado, seguramente una última broma de mis ex colegas para ver si caía en su juego de niños, volví a observar la tarjeta y debajo de las coordenadas ya con la luz de la computadora note otro par de números "19:00", más bien una hora.

Tuve un momento de estupidez y decidí cambiarme la pijama por una ropa deportiva más abrigadora, tome las llaves del auto y programe el gps para que me llevara al lugar que indicaban las coordenadas, mi cabeza seguía gritando que aquello era un pésima idea, pero cuando se me metía algo en la cabeza nada podía sacarlo de allí, claro que llevaba una pistola por si tenía que defenderme y obviamente sabía combate cuerpo a cuerpo, aun así todo eso parecía inútil si me encontraba con 50 hombres armados.

Después de casi una hora de camino, al fin llegue al lugar acordado, la luna esta en su auge y mi primera impresión fue la decepción, aún faltaban 2 minutos para que diera la hora acordada, pero era evidente que el lugar estaba vacío hacia un buen tiempo.

Tome el arma de la guantera y una linterna de mis viejas andanzas, enderece el camino hacia la entrada y un olor desagradable llegó a mí, una mezcla de fluidos asquerosamente familiar, empuñe el arma y camine lentamente alumbrando con la linterna, habían grafitis en las paredes, ventanas rotas, charcos de agua de dudosa procedencia y ningún alma a la vista.

—¿¡Hola..!? —resonó el eco de mi voz en algún lugar y oí claramente unos pasos.

—Señorita Williams —dijo una voz tenue —la estaba esperando.

La voz provenía de un oscuro corredor, un ratón se asustó al ver el haz de luz que dirigí hacia allá y sin querer un pedazo de madera rechinó bajo mis pies.

—¿Quién es? —cautelosamente me acerque sintiendo en mi mano el frio metal para reaccionar ante alguna hostilidad.

—Por aquí, por favor —señaló la voz calmada —el arma no es necesaria, no le haremos daño —dijo con parsimonia.

Se iluminó el corredor desde el fondo, como si una puerta secreta se hubiese abierto, a pesar de todas las alarmas en mi cabeza, decidí seguir al sujeto.

—Soy Alfred, el jefe de Parabellum— pude oír mientras me acercaba.

—¿Qué es Parabellum?

—Es una agencia de espionaje de élite, operamos desde aquí, un lugar insospechado para cualquiera.

Al fin llegue junto al hombre y apagué la linterna, pude discernir que la luz venía de un elevador escondido, al cual con un gesto me invito a entrar.

—¿Qué quieren de mí?

—Recibió una invitación de nuestra organización, estamos detrás de la misma mafia que usted investigaba y nos gustaría que se uniera a nosotros para atraparlos... si no tiene nada mejor que hacer, claro.

En resumen yo no tenía nada que perder ya, asíque... ¿por qué no...?

La espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora