2: 𝐸𝑠𝑐𝑢𝑒𝑙𝑎

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-Narras tú-

- ¿Qué quieres? -  hablé irritada alzando mi cabeza, sentado al lado de mi cama estaba Laito . - ¿Se te perdió algo? -

- Oh, Bitch-chan, no tienes que ser tan mala. - empezó a acariciar mis piernas, rápidamente las encogí.

- ¿Qué te pasa? Sólo vete. - intentaba no gritar para no llamar la atención, se armaría un total drama, y aunque eso suena entretenido también me resulta fastidioso.

- ¡Oe, Laito! ¿Qué crees que haces? -

«Mierda... Lo que faltaba»

- Nee~ Ayato-kun, no te enojes, podemos compartir. -

- ¿Acaso soy un objeto? - repliqué cruzando mis brazos. - Déjenme en paz, por un demonio. - rodeé los ojos.

- ¿Hmm? La gatita sacó sus garras. -

- Y así cómo saqué mis garras, te sacaré los ojos. -

-Narradora-

Fue de manera inconsciente, una pequeña acción que le habían pegado, realizó un pequeño gruñido mostrando sus colmillos.
Acción que dejó sorprendidos a los vampiros al ver los colmillos de la chica.

- ¿Eres un...?-  cuestionó el pelirrojo con sorpresa, siendo interrumpido por la fémina.

- No, no soy un vampiro. - alegó mirando a ambos con notoria molestia.

- ¿Qué se supone que están haciendo? -

«Oh por un carajo, ¿qué más falta? Mejor dicho, ¿quién?»

- Ustedes. - miró a los vampiros. - Llegarán tarde. - los regañó. - Y tú. - apuntó a la chica. - Ponte tu uniforme, nos iremos pronto. -

- Bien... - respondió con desagrado.

- Te salvaste por hoy, pero pronto te tendré. - decretó el pelirrojo para luego desaparecer.

- Nos veremos pronto, Bitch-chan. - ante ese apodo, la chica volvió a mostrar sus colmillos, en modo de disgusto. El vampiro soltó una risa y desapareció.

Estando completamente sola en su habitación, la chica empezó a despojarse de sus prendas para ponerse el uniforme que estaba a la orilla de su cama.
Al quitarse su chaqueta y quedarse sólo en un top negro. Le fue inevitable mirarse al espejo.

Miró su cuerpo  detalladamente, no diría que tenía un buen busto, pero para su edad, era algo envidiable; más no era eso lo que ella miraba. Desvío su vista del espejo para verse sus brazos. Tenían unas heridas y cicatrices. Se quitó sus medias para ponerse el uniforme completo.
Al terminar se vió al espejo, notando que las marcas en sus brazos obviamente no eran visibles, a diferencia de sus piernas. Suspiró, no es cómo si le importara lo que otros digan sobre sus heridas, pero igual no quería mostrarlas, para evitarse alguna conversación incómoda.

Decidió ponerse las medias que traía y sin olvidar sus auriculares, se miró al espejo una vez más. Se acercó hasta sentarse en la silla del tocador. Acomodando levemente su cabello. Sin más, salió de su habitación hacia el primer piso.

-Narras tú-

Al bajar y que todos subiéramos a la limusina, yo me senté al lado de la ventana junto a Ayato.

<𝐍𝔬 𝐇𝔲𝔪𝔞𝔫𝔞> [𝕯𝖎𝖆𝖑𝖔𝖛𝖊𝖗𝖘 𝕩 𝕷𝖊𝖈𝖙𝖔𝖗𝖆]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora