Miradas, sonrisas y preguntas

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Realmente me siento arrepentida de haber venido de improviso, quizás debía pensarlo mejor pero ni modo, al menos estoy en esta bella ciudad y en realidad todo es muy hermoso. Tomo un taxi y le digo al conductor que me lleve a la dirección que le doy, la casa de mis abuelos se encuentra a siete minutos en carro del centro de la ciudad.
— Señorita, los autos no pueden transitar hasta esa dirección debe caminar unos cuantos metros. — Me dice el taxista en italiano, o eso es lo que le logro entender y respondo con un simple gracias.

Camino hasta llegar al lugar y logro reconocerlo por las fotografías que he visto, no hay un timbre solo una especie de manija que golpea la puerta, y la agito para que alguien abra la puerta y un minuto después se escuchan pasos provenientes de ésta, hasta que es abierta.

—¿En qué puedo ayudarte? — Me dice un chico de mi edad o quizás un poco mayor, se encuentra sudado, sin camisa y eso lo hace realmente sexy con unos ojos color miel, un cabello rubio dorado, una mirada intensa que haría pecar hasta a una santa, unos músculos bien definidos y una sonrisa que hace que se me erice la piel y  muy fácilmente me mojaria las bragas.
¿En qué rayos estoy pensando?

—Pues... busco a mis abuelos, los señores Ricci, ¿Es aquí donde viven?.

—Si, aquí es. ¿Cómo te llamas? ¿Tú no eres de aca cierto?. Me pregunta a lo que intento responder de forma natural

—No, ¿Me dejarás entrar o prefieres llamar  a alguien para que me deje hacerlo?.—Le digo enarcando una ceja.

—Espera aquí. —Me dijo acercándose a mi oído, lo que hizo que mi pulso se acelerará. Y rápidamente se dio la vuelta dándome una vista de su maravilloso trasero que hizo que mis manos iniciarán a transpirar.

Mi abuela llega segundos después y me mira perpleja pero en seguida me abraza fuertemente.

—¡Marcella!, que hermosa te ves, ¿Pero que haces aquí?.—Rodo los ojos, no me gusta que me digan Marcella prefiero Julianne.

—Yo...vine porque tengo muchas preguntas y me tienes que ayudar a resolverlas. — Le digo con la mirada dirigida a mis manos, ya que no se que dirá pero luego tomo valor y la veo a los ojos y no logro identificar que es lo que me transmite su mirada.
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***
Me encuentro arreglando mis pertenencias en el armario, luego de entrar a la casa tome una bebida fresca por el calor que hacía y decidí subir a dejar todo en su lugar, era lo mejor por hacer no  se que le diré a mis abuelos pero se que se preguntan que rayos estoy haciendo en Verona.

—¿Puedo pasar?—pregunta una voz varonil que logro reconocer como la del chico que abrió la puerta y mi pulso se acelera.

—Si, por supuesto.—respondo nerviosa.

Al abrir la puerta me encuentro con ese chico increíblemente sexy frente a mi y sin camisa. Oh Dios.

—Hola rojita.— Es lo primero que dice al verme

—¿Rojita?—respondo confundida.

—Si, es que a caso no te das cuenta que te sonrojas con facilidad —me dice y de inmediato siento el calor esparcirse por todo mi rostro.

—Simpre eres así de.. molesto. —Le digo enarcando una ceja.

—Y tu eres así de adorable, eres como una hermana menor —Me dice enseñando su sonrisa calienta bragas.

—Podrías irte de la habitación, necesito descansar y no quiero ver a nadie. Además no te conozco. —Le espete.

—¿Acaso lo que oigo es una insinuación para que te invite a conocerme?. —Me dice sonriendo.

—Es una insinuación a qué te vayas de la habitación —Le digo fastidiada porque no sé va.

—Bueno, sólo quería conocerte —Me dice levantando las manos en muestra de paz. —Mi nombre es Ángel —Dice esperando a que yo diga mi nombre.

—Julianne Ricci —Le digo. —Tú nombre es irónico.

—¿Mi nombre? ¿Irónico?.

—Sí es irónico que te llames Ángel si no lo eres —Le digo dejándolo con la boca abierta. Él ríe.

—Voy a ignorar éso —Me dice. —¿De dónde eres?.

—De Florida, Estados Unidos. Y además ¿Tendría por qué contestarte?

—España. Y sí ¿Por qué no?.

Me río, este chico comienza a fastidiarme.

—Bueno fue un gusto Julianne —Me dice saliendo por la puerta de la habitación.

—Créeme que para mi no fue un gusto —Susurró.

—Pues que lástima qué no te agrade —Me dice, según yo él ya se había ido, pero al parecer seguía ahí.

—¿Tú intención era agradarme?

—¿Fui muy obvio? —Me dice ahora sí saliendo de la habitación y cerrando la puerta.

No mucho.

Terminé de colocar mis pertenencias y me recoste en mi nueva cama.

Tanto silencio en la habitación que sólo se podía escuchar los susurros de mí abuela hacia mi abuelo en mi puerta.

—Vamos Marcello, ve y pregúntale.
—¿Y por qué no vas tú? —susurró mi abuelo a mi abuela.

—¿Quién es él curioso aquí? —Le respondió la abuela y luego se escuchó que la manecilla de la puerta se movía.

—¡Marcella! —Me dice mi abuelo al verme.

Mierda.
N/A En portada tenemos a Ángel
Besos :*

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