Capítulo quinto

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Salerno, 21 de diciembre de 2018

Narcisa nunca antes había experimentado tanta felicidad, como la que ahora sentía al tener a su pequeño entre sus brazos. El parto fue extenso y doloroso, pero todo valió la pena. Draco era hermoso, un bebé sano, de mejillas rosadas y manitos diminutamente perfectas. Ella lo amaba por sobre cualquier cosa. Miraba completamente enamorada a su pequeño, y al tiempo que lo amamantaba, esa tarde calurosa de junio; en un leve susurro, le prometió a ese pequeño ser, que jamás permitiría que algo malo le pasara.

Ella sabe que hizo todo lo posible por cuidar a su niño. Alejando a Draco de los viejos estándares que caracterizaban a su familia y a la de Lucius.

Pero ella sabe cómo alfas y omegas difieren en sus funciones psicológicas, físicas e intelectuales. Los alfas nacen naturalmente confiados y los omegas en sus primeros indicios, también nacen introducidos a tales cosas. Enseñándoles cómo tener una confianza deslumbrante, lo que disminuye lentamente con el tiempo.Cuando el omega atraviesa el primer celo.

Y fue durante esa época, que Narcisa se vió forzada a violar el pacto que le hizo a su hijo. Fueron los presuntos chismes de familias ricas y los futuros negocios que su marido perdería, si ella protegía al único ser que más amaba en el mundo. Tiempos oscuros que por más que intente olvidar, siempre hay algo que le recuerda, lo que su hijo atravesó porque ella solo obedeció, teniendo que callar y no ser lo suficientemente fuerte para sobreponerse, en ese momento, a su marido y a su suegro.

—¿Dónde iremos, Draco?

—A la cafetería de un amigo. Ahí es donde comencé a trabajar apenas llegué a Salerno.

—¿En una cafetería? —preguntó con una mueca de desagrado, Bella.

—No te atrevas, tía. Te arrepentirás de tu horrible cara de culo, cuando conozcas a Pietro

—Draco, ¿tú nos acompañaras? —preguntó su madre.

Draco la observó, ella se estaba poniendo unos bonitos guantes verde esmeralda. Sabía que su madre solo estaba soportando ese invierno por él. A la mujer le afectaba mucho el frío, por lo tanto, todos los inviernos, ella solía irse a pasar los meses con Andrómeda, su otra hermana que vivía en las Islas Canarias. Le agradeció en silencio y la miró con amor.

—Las acompañaré a desayunar, pero luego tengo que ir a trabajar. Debo dejar todo listo para el fin de semana de navidad.

—¿Cuándo podremos visitar ese villaggio, Draco?

—No creo que sea posible en estas fechas —dijo Draco frunciendo el ceño ligeramente.

Le dolía fuerte la cabeza, no había podido dormir bien la noche anterior, el encuentro con Hermione había desenterrado muchas cosas fuertes. Todavía pensaba en la reacción de la chica, como su corazón latía desesperado y la forma que ella lo miraba, como si estuviera descifrando cada sentimiento en él.

Un corazón, dos vidas HarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora