"Dear heart,
why him?"
Christine Mϋller.
Café.
Todo lo que podía pensar era en café, un café suave con una mirada de rencor atormentado mis noches.
Ni siquiera el hecho de huir hacia Francia me salvó de él. Nada había cambiado.
Al abrir la puerta solo deseé dormir 8 horas seguidas sin interrupciones, luego de tomar una ducha.
Ni siquiera tenía fuerzas suficientes para comer algo después de solo tener en el estómago el almuerzo.
Una bola de pelo blanca con manchas doradas me recibió, sonreí a pesar de que no quería. Me agaché lo suficiente como para acariciar su lomo y dejé que me siguiera dentro.
—¿Te comiste todo?
"Miau."
Alcé mi labio superior con el inferior pensando en sí creerle o no, al final sé que se comió todo.
—¿Hiciste tus necesidades dónde te enseñé?
"Miau."
Eso no lo creí. Suspiré, tendré que solucionar ese inconveniente.
Me agaché nuevamente cuando caminó hacia mí pidiendo cariño, no pude evitar reír un poco porque este señor no era de aceptar cariño de nadie.
—Me extrañaste mucho, ¿no es así?
Cuando tenía horas largas en el hospital, acostumbraba a dejarlo con mi vecina que amaba los gatos tanto como amo el café. Me cuidaba a Nun cuando no podía, ya que no me gustaba que se quedara solo tanto tiempo.
Y mis muebles me lo agradecen.
Seguí hablando con él, pese a que eso me hacía parecer como una loca, a veces sentía que él verdaderamente entiende lo que le digo.
A veces creo que me entiende más que nadie más.
Me deshice de cada prenda, y cuando mi cuerpo quedó libre terminé durando más tiempo en la ducha solamente pensando. Mis manos se detuvieron y pareció que el ruido de los vecinos cesó.
Todo lo que podía escuchar era la voz de mi cabeza. Su voz.
Cada palabra que salió de él con todo el rencor que yo fingía tener. Suspiré, era lo mejor. No éramos bueno para el otro.
¿Qué podría ofrecerle una rubia tonta como tú?
Tragué en seco. Mis dedos temblaron e intenté dejar la ducha luego de terminar, sin embargo, en cuanto mis ojos captaron el reflejo de mi rostro en el espejo, todo volvió.
Las voces hirientes junto con los temblores, las respiraciones alteradas y el encogimiento en mi pecho. Caí en un pozo hondo que me costó salir hasta que sentí a Nun acariciar mi tobillo.
Volví a la realidad, esa realidad donde vivía con un gato. Esa realidad donde era obstetra. Esa realidad donde yo era feliz.
¿Lo era, cierto?
—Gracias por salvarme... de nuevo —sobé su cabeza.
No sé cómo le hacía para entrar al baño cuando yo creo que cierro la puerta, pero tal vez no es así, tal vez inconscientemente la dejo abierta para que él entre porque sé que caería de nuevo. En realidad, nunca me levantaba del todo.
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La inspiración de Axel Malik (2) ✓
Roman d'amourLibro II. Axel no era tan difícil. De adolescente creyó siempre que si puede amar a una sola mujer, lo hará por el resto de su vida. ¿Era complicado? Todo artista lo es. Y él es un artista, uno con el corazón roto. Y ese corazón roto era el culpable...