Eran las cinco de la tarde, hacía un calor insoportable y notaba una presión intensa sobre la frente. Como hacía tanta calor decidí salir fuera a dar un paseo, empecé a pasear con un ritmo ligero y la cabeza me dolía más y más. Me notaba mareado, así que tuve que bajar el ritmo. seguí caminando. La presión no disminuye, solo aumentaba más y más. Empecé a notar potentes punzadas en las venas del brazo izquierdo. Seguí caminando, empecé a notar un dolor en mi pierna aún así no le hice caso y seguí. Empecé a toser, me paré y lo único que era capaz de oler y saborear era la sangre que me salia, pero aun así no podía parar, tenía que llegar.
Empecé a ver las cosas borrosas, estaba mareado, parecía un borracho moviéndome de lado a lado. Tosiendo y saboreando mi sangre. De repente mi ojo derecho se puso rojo. La sangre había comenzado a salir, pero sin parar seguí caminando. Cogí por el paso de peatones, me paré en medio y empecé a toser, se paró un coche, el hombre sacó la cabeza por la ventanilla, y me dijo: Eh, chico muévete, qué haces ahí parado. Lo miré fijamente, caí de rodillas y vomité, vomitaba algo negro con sangre, el hombre asustado abrió la puerta y salió del coche rápidamente, me miró con pánico entró en el coche y se fue. Me levanté y continué tenía que llegar tenía que verla, por lo que continuo, continuo, cada vez veo mas borroso y caigo, lo último que recuerdo es mi labio rozando el suelo, el suelo caliente. Mi labio explotó por el fuerte golpe que me di contra ese suelo ardiente, lo siguiente que recuerdo es estar en un ambulancia con un cubo plateado a mi lado con mi vómito negro, una bolsa con suero enganchada a mi brazo. Gritando enfermedades que no sabía que existían, enfermedades que no creía que tenía. Vuelvo a dormir, cuando despierto me encuentro en una camilla de un hospital, con una doctora y un doctor a mis lados apuntando cosas en esas libretitas que utilizan los médicos que yo solo creía haber visto en las películas. Al cabo de los meses salí de allí, no sabían que me había pasado, y me dijeron que no sabían que tenía. Por eso decidieron hacerme unas analíticas. Después de un par de pruebas de sangre no parecía tener nada. Salí de allí, de nuevo a la vida, nadie sabía nada de mi. Ni mis padres, ni mis amigos, ni siquiera ella. Esa persona por la que casi muero, esa persona por la que no me importo desmayarme, por la que no me importo caer en medio de la carretera. No sabía nada de mi, solo recibía mensajes suyos. ¿donde estas?, ¿porque no hablas?.
Me callé, la sala empezó a aplaudir, le estreche la mano a los primeros, me dijeron que era un afortunado, que no conocían a nadie así. Yo pensé: como la muerte puede hacerte famoso, en este mundo de estúpidos todo te puede hacer famoso. Cuando salí de aquella sala solo pensaba en volver a hablar con ella, mientras caminaba hacia mi casa con la mirada perdida, seguí comiéndome la cabeza. ¿pero de que?. Me había tirado meses en un hospital y despues de programa en programa, de telediario en telediario, de revista en revista. Que me dirá cuando vaya a verla, sabrá algo de mi, pero me odiara por no habérselo contado. Pero si me pongo a pensar más profundamente mi familia no había intentado contactar conmigo, solo ella. Digo yo que no estará enfadada sino muy preocupada, o que mi familia está desconectada del mundo. En ese momento escuche la puerta y deje de pensar. Me acerque a la puerta y pregunte.
Aitor- ¿quien es?
Nadie contestó pero de todos modos abrí, tenía ganas de hablar así que tampoco me importaba quien fuera, después de estar solo tanto tiempo cualquier visita era buena. Cuando abrí la puerta vi a toda mi familia. Mi madre, mi padre, mi hermano, mis tíos, mis primos. Lo único que se me paso por la cabeza fue: no entrarán todos. Ya que mi casa era muy muy pequeña, solo tenia una habitación y era también salón y cocina, menos mal que el cuarto de baño estaba aparte aunque solo entraba lo justo. Volviendo a lo de antes.
Tenía tantas ganas de verlos, que feliz estaba. creo que fue el único instante que estuve feliz desde que salí de aquel hospital. Mi madre Sara que era bajita y discreta me dio un abrazo tierno y me dijo en voz baja:

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Como casi muero
عاطفية¿Nunca has pensado que la vida es una mierda?, que no tienes a nadie, es lo mismo que me pasaba a mi, hasta aquel día, el día donde casi muero.