La primera vez que escuché un "hola" de su boca ni siquiera iba específicamente para mí, simplemente fue casualidad estar entre las personas que él saludaba.
Recuerdo cómo dejé de respirar por un instante y mi aliento salió entrecortado al responder su pregunta "¿Cómo te llamas?"
Estaba indecisa sobre dónde sería un lugar seguro para posar la mirada, estaba tan atraída a ver sus labios y sus ojos, pero eso hubiera sido tan obvio, así que termine mermando el suelo antes de contestar- Jade- susurré. Sonrió y siguió su plática con el resto del grupo, claro ¿quién querría seguir una conversación a susurros?
Después de aquel momento todo fue una serie de situaciones incómodas , suspiros y confusión para mí.
Lo observaba constantemente cuando él no estaba mirándome, lo cual me era bastante fácil ya que casi nunca volteaba su vista hacia mí.
Se despidió de todos con un apretón de manos o un beso en la mejilla, pero al llegar a mi todo se torno tan incómodo que solo mantuvo su mirada fija por unos segundos y me dijo adiós moviendo la mano cerca de la cabeza ridículamente imitando un saludo de militar. No me extrañó, toda la vida había sido así para mí, siempre siendo la diferente del grupo sin esfuerzo alguno, pero aunque de cierta forma ya me lo esperaba, nunca espere que me importará tanto como para hacerme sentir triste.
Mis ganas de reclamar una despedida justa, o al menos igual a la de los demás corrían de un lado para otro en mi cabeza, pero en lugar de eso solo sonreí y asentí.
Lo vi marcharse mientras pensaba lo mucho que me hubiera gustado haber tenido una gran plática con él, lo suficiente para haber tenido su atención por unos minutos más o tal vez haber dejado un tema pendiente de plática para tener una excusa y hablar de nuevo. No lo hice, jamás lo hago.
También me marché fingiendo que se me hacía tarde para llegar a casa, mis amigas me pidieron que me quedara un poco más pero no pude, emocionalmente me sentía agotada y triste.
Llegué a casa y lloré en la oscuridad de mi habitación sin saber realmente por qué. Me quedé dormida entre mis lágrimas y el recuerdo de sus ojos.
...
Había muchas veces en las que me sentía triste pero no podía dejar que los demás se preocuparan por mí, simplemente no podía, así que siempre esperaba estar sola y dejar que todo fluyera en un mar de desahogo.
Todo el mundo siempre me ve sonreír o incluso estar furiosa pero nunca triste, claro que hay momentos en la vida que por más que lo intentes la tristeza llega a ti y sale sin importar momento o lugar.
No me ocultaba por no querer ser frágil o vulnerable, no, simplemente no quería que los demás intentarán opinar o dar ideas tan inteligentes como un "ya no estés triste", esa frase es lo más brillante del mundo, jamás la comprendere, ¿por qué querrías decirle a alguien eso? Todos merecemos sentirnos tristes alguna vez, está bien, siempre y cuando puedas seguir adelante.Desperté, y seguía ahí, seguía el pensamiento molesto del momento en el que se despidió, ¿Qué le costaba tratarme igual que a las demás chicas del grupo y despedirse con un beso? ¿O incluso como a los chicos, con un apretón de manos? ¿Era mucho pedir?
Suspiré cansada de pensar en eso, pero parecía fantasma detrás de mi, cada dos segundo regresaba a mi ese momento.
Después de hacer lo habitual de cada mañana salí para caminar a la parada del autobús, escuché a mamá despedirse de mi desde su habitación, me despedí respondiendo que si a su pregunta sobre si llevaba dinero suficiente y le dije que la quería yo también.
*¿Lo veré hoy?* ¡Agh! Nuevamente ahí estaba, no es el primer chico que me parece lindo o atractivo, pero era la primera ves que me sabía a un dulce tormento, quería borrarlo de mis pensamientos, pero me aferraba a su recuerdo como si mi vida dependiera de ello.
Llegué a la universidad, entré por la puerta principal, mitad de segundo semestre y mi mes favorito en la facultad, siempre había eventos y conferencias muy interesantes que de vez en cuando me ayudaban a saltarme clases, era una manera diferente de aprender.
Me quedé mirando el horario de las conferencias. Saqué el teléfono y le tomé una foto, caminé a las bancas cerca de la cafetería para terminar de observar el horario, levanté la mirada por unos segundos y ahí estaba él, sentado frente a mi aunque al otro extremo del patio. Bajé la mirada de nuevo a mi celular, no quería que me viera, sentí como si supiera que estuve pensando en él toda la mañana y me sentí avergonzada, mis mejillas enrojecieron. Dejé de sostener la respiración que ni siquiera me había percatado de estar sosteniendo, cuando lo ví saludar a un amigo e ignorar por completo mi presencia. El alivio regresó a mí.
Caminé a mi salón correspondiente, intenté concentrarme en la clase y no pensar en otra cosa que no fuera la conjugación conjuntiva de los verbos en el pasado, pero eso solo me animo a pensar en todo lo que hubiese podido suceder aquella noche si tan solo yo...
...
-Creo que está vez si tendremos que asistir al taller de la profesora Martha- dijo mi amiga mientras se acomodaba al sentarse en la mesa que nos había apartado en la cafetería.
-¿Por qué lo dices?- Mordí mi almuerzo.
-No hay conferencias que nos salven está vez- ladeé la cabeza y alcé los hombros, ella imitó mi último gesto.
-No será tan malo, habrá chicos de grados superiores para la práctica de hoy- la animé.
-Será lo único bueno- bromeó.Senti mi sangre correr fría dentro de mí al verlo dentro del salón. Debía ser una broma, primero en mi cabeza y ahora en mi realidad, lo más irónico era que entre más quería evitarlo más frecuente se hacía su presencia.
Saludarlo normal no era una opción, ¿Cómo podría?, No, simplemente no.
La ruleta virtual proyectada en el salón que había preparado la profesora comenzó a girar. Que no sea él, que no sea él, repetía a gritos en mi mente, yo era la primera en la lista así que el primero que saliera en la ruleta sería mi compañero por el resto de la semana.
- Ay que suertuda- escuché susurrar a mis compañeras, levanté la vista y su nombre estaba en la pantalla. La sonrisa en mis labios mostraba la alegría de mi ser y ocultaba la vergüenza que sentía. Eran dos sentimientos que combatían por resaltar. Me senté a su lado ignorando todas las miradas incluso la suya, mi sonrisa se apagó al sentirlo tan cerca. Mi pulso se aceleró y mi respiración comenzó a ser arritmica. Comencé a jugar con la pulsera en mi muñeca.
Comenzamos la dinámica de la clase, debíamos hablar sobre nosotros para al final de la semana presentar un tema común entre los dos.
La conversación se realizaría en inglés, no era mi fuerte pero para eso estaba en está clase para mejorar y para cubrir créditos. Al menos cuando hablaba me concentraba más en unir palabras que hicieran sentido que en su mirada, la cual tenía sobre mí.
-¿Que hay de ti?- le pregunté una vez terminado mi discurso. Trataba de sostener mirada en sus ojos, no quería parecer grosera o que no lo estaba escuchando, así que me obligaba a verlo directo a los ojos sin sonrojarme. ¿Guitarra? ¿Dijo que toca la guitarra? Me perdí dentro de la conversación.
-¿Puedes repetir lo último un poco más lento?- le pedí.
-Dije que me gusta tocar la guitarra, es parte de mis hobbies- sonrió.
La clase terminó, le dije adiós lo más rápido que pude y salí del salón sin esperar a mi amiga quien se quedó platicando con él y su amigo. Salí de la facultad y me fui a casa. Una tarde más con él, su voz y sus ojos en mi cabeza. Si tan solo fuera más fácil y pudiera expresar todo lo que siento en lugar de callar mi propia voz.
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Desde el silencio
FanfictionLas palabras que jamás dices, los sentimientos que jamás expresas y las oportunidades que dejas pasar se quedan encerradas para siempre en el silencio. El tiempo sigue, sin importar que camino tomes, cuanto te duele o cuan feliz eres; él es ajeno a...