ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟡

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Habían pasado ya un par de meses desde la llegada de Spreen a Tortillaland, el impacto de su presencia en los pueblos fue sorprendente, su polleria, local del cual estaba completamente orgulloso se volvió demasiado popular, las ventas de este cada día iban en aumento. Y pensarás que con eso una persona estaría conforme, pero para aquel híbrido solo era el comienzo, después del éxito de su polleria, había creado su propia editorial de revistas donde cada semana publicaba todo lo que sucedía entre los pueblos. También fundó su gran ciudad "Spreenfiel", convirtiéndose en el empresario más poderoso y temido de toda Tortillaland, sin olvidar su trabajo como proveedor de drogas, trabajo que seguía en pie y avanzando junto con el profeta.

Al parecer todo le iba a bien, parecía que tenía a los pueblos en la palma de su mano, pero había un pequeño detalle que desde hace tiempo le carcomeaba la cabeza y era aquel hechicero que no salía de su mente. Desde aquel encuentro donde lo ayudo con aquella flecha, el de lentes siempre lo ignoraba y cada vez que se dirigían la palabra terminaba aquello insultandose entre sí, cosa que al de lentes oscuros le llego a cansar, su relación se había convertido en una de odio total, al menos eso creía.

. . .

Aquel hechicero de banda roja ya se encontraba en su campo de girasoles, cada día los rumores de que era el hijo del profeta aumentaban, así que había decidido regresar aquel campo para tener un poco de paz, al menos solo por un momento.

Juan: ¿Qué es lo que voy hacer? E-eso...solo son rumores, ¿verdad? –Se cuestionaba nervioso, la voz entrecortada dando aviso de las lágrimas que comenzaban a salir de sus ojos, dejándose caer entre las flores cubriendo su rostro con sus brazos.– Cálmate Juan, eso debe ser mentira...tus padres fallecieron hace años, ese profeta no puede ser, ¿entendido?

Diría en un intento de autoconvencerse mientras que secaba las lágrimas con la manda de aquella camisa, soltando un suspiro a la vez que miraba el cielo, no faltaba poco para que se hiciera de noche, debía de regresar al pueblo cuanto antes, temía encontrarse con algún mod y su magia no le ayudaba mucho que digamos, aparte no sabía pelear, así que mejor evitarse aquellos encuentros. Se levantaba sin ganas de dejar aquel lindo lugar, dando un par de pasos hasta que escucho un fuerte rayo caer, levantando la vista nuevamente hacia el cielo de como grandes nubes se formaban dando aviso de que comenzaría a llover.

Juan: Perfecto, ¿algo más dioses?

. . .

En otra parte no muy lejos de ahí se encontraba aquel híbrido siendo atrapado por la lluvia, tuve que encontrarse con uno de sus clientes un poco alejo de los límites de Tortillaland, teniendo que salir desde la mañana por el largo viaje, al estar regresando quería pasar por aquel campo de girasoles, donde conocío a Juan, solo para tomar un par de fotos del atardecer, pero aquella lluvia lo había tomado desprevenido.

Spreen: Mierda, no creo llegar ya al pueblo...será mejor que busque donde pasar la noche, esta lluvia parece ser fuerte, pero ¿dónde? – Miraba a todos lados mientras camiaba entre los arboles, sus prendas se encontraban mojadas por completo, hasta que una pequeña luz como de una fogata se asomaba a los lejos proveniente de una cueva, decidiendo correr hacía aquella para poder resguardarse de la lluvia, acercándose a aquella fogata para poder calentarse un poco.– Parece que no fui el único idiota en ser atrapado por la lluvia..

Juan: Esto debe ser una broma... –Diría aquel hechicero mientras que salía de una grieta donde había aprovechado en buscar materiales, esperando que pase la lluvia.–

Spreen: ¿Mago? ¿Qué haces aquí? – Volteaba su rostro para verlo, a pesar de la lluvia no se había quitado aquel sombrero y lentes.–

Juan: En primer lugar, es hechicero, estúpido. Segundo, no te incumbe. Tercero, ¿tú que haces aquí?

Spreen: Yo pregunte primero.

Juan: Y ya te respondí.

Spreen: Mira, solo vine a resguardarme de la lluvia, apenas pase, me iré, ¿vale? No quiero discutir.

Juan: Esta bien... – Se acercaba para sentarse enfrente de la fogata para recibir el calor de este, siendo consumido por sus pensamientos nuevamente hasta que un estornudo por parte del azabache lo saco de estos.– Espera...¿te vas a quedar con esa ropa? Esta mojada, Spreen, te puedes enfermar.

Spreen: No seas exagerado, solo esta un poco...¡ACHU! Mierda.

Juan: ¿Cuánto tiempo estuviste bajo la lluvia? Spreen, debes de quitarte la ropa.

Spreen: ¿Estás loco?

Juan: Al menos la camisa, por favor, te puedes enfermar. – Diría ya en un tono preocupado.–

El de cabellos negros suspiro resignado para así comenzar a quitarse aquella corbata junto con la camisa quedando la parte superior de su cuerpo desnuda, estornudando nuevamente cosa que seguía preocupando al hechicero, decidiendo por quitarse su capa, levantándose así para poder cubrir el cuerpo del contrario, sacando también un pañuelo de su bolsillo para ofrecérselo.

Spreen: Gracias... –Tomaba aquel pañuelo para así limpiarse la nariz mientras se cubría mejor con la capa del castaño.–

Juan: No es nada...también deberías de quitarte el sombrero, esta mojado también, lo podemos poner colgar también para que se seque.

Spreen: No.

Juan: Spreen, por favor, solo es por el momento.

Spreen: Ya te dije que no, no molestes, mago de cumpleaños.

Juan: Y yo que me preocupo por ti.

Spreen: Si, después de que siempre me paras ignorando.

Juan: E-eso no es cierto, simplemente no tengo nada que hablar contigo.

Spreen: Juan, ya basta. Dime porque siempre me evitas.

Juan: Por nada...

Spreen: Juan.

Juan: Será mejor que vayamos a dormir. – Diría para levantarse de su lado en intención de alejarse, pero era detenido por el brazo de Spreen, haciendo que volviera a sentarse a su lado.– ¿Q-QUE TE PASA?

Spreen: Tú no te mueves hasta que me respondas.

Juan: ¿Y si no quiero qué? Puede que seas temido y respetado por todos, pero para mí solo eres un maldito egocéntrico que solo busca ser temido porque sabe que nadie lo tomaría enserió de otro forma.

Spreen: ¿Qué mierda acabas de decir? – Apretaba un poco el agarre que tenía en su brazo.–

Juan: S-sueltame...eso duele.

Spreen: Repitelo, maguito.

Juan: Di-dije...¡Sueltame!

No sabía dónde había agarrado el valor pero su otra mano suelta había sido fuertemente impactada contra la mejilla del contrario, provocando que aquel sombrero fuera removido de su cabellera dejando expuesta sus orejas de híbrido.

Juan: E-esas son...¿orejas?

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐆𝐢𝐫𝐚𝐬𝐨𝐥𝐞𝐬 [𝐒𝐩𝐫𝐮𝐚𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora