Doppelgänger En La Cocina

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Como todas las noches, Clara estaba acostada en su cama, con los auriculares puestos, sumergida en la música para despejar su mente. La luz suave del pasillo apenas iluminaba su habitación mientras ella, distraída, miraba el techo, repasando los pequeños eventos del día. Justo cuando empezaba a sentir que el sueño se acercaba, la voz de su madre rompió el silencio. Un grito desde abajo: "Clara, baja a cenar".

Suspirando, Clara se quitó los auriculares y se levantó sin darle demasiada importancia. Caminó lentamente hacia las escaleras, todavía medio perdida en sus pensamientos.

Sin embargo, justo cuando estaba a punto de bajar el primer escalón, sintió algo frío y seco sobre su boca. Una mano fuerte la cubría, sofocando cualquier grito. Su cuerpo fue arrastrado con brusquedad hacia la habitación de sus padres. La confusión y el miedo empezaron a apoderarse de ella mientras intentaba resistir, pero la fuerza que la sujetaba era implacable.

Cuando finalmente pudo girar la cabeza para ver a su atacante, el shock la paralizó. Era su madre. O al menos, parecía ser ella.

Pero algo estaba profundamente mal.

Al verla más de cerca, Clara notó que su madre no era la misma de siempre. Su rostro estaba pálido, su piel tensa y grisácea, como si la vida hubiera sido drenada de su cuerpo. Sus ojos, abiertos de par en par, reflejaban un miedo indescriptible, algo que Clara nunca había visto en su madre. Parecía desgastada, como si llevara días, semanas, sin descansar.

Con un temblor apenas controlado, la madre de Clara la soltó y le susurró al oído: "No grites. Yo también escuché eso".

El miedo se aferró al corazón de Clara como una garra. ¿Qué había escuchado? Intentó procesar las palabras, pero una sensación gélida recorrió su espalda. Un sonido. Proveniente del piso de abajo.

Algo, o alguien, estaba moviéndose lentamente por la casa.

Clara intentó hablar, pero su madre le hizo un gesto para que guardara silencio, señalando con un dedo tembloroso hacia la puerta de la habitación. La tensión en el aire era palpable, y Clara sintió cómo su respiración se volvía pesada. Desde el pasillo, se escucharon pasos lentos, pesados, subiendo las escaleras.

Un susurro ininteligible comenzó a llenar la casa, como una voz distante, pero presente. Clara intentó reunir el valor para moverse, para actuar, pero sus piernas se sentían como si fueran de plomo. La puerta de la habitación comenzó a temblar, como si algo al otro lado estuviera probando su resistencia.

Su madre la miró de nuevo, más aterrada que antes, y susurró con la voz rota: "No estamos solas".

Historias Cortas De Terror [EN REVISION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora