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Me senté incómodamente en el asiento de cuero en el recibidor del estudio. Miré el reloj alrededor de mi muñeca derecha. Las cuatro y veintiseis. Liam debía estar a punto de llegar. En cuanto terminamos de comer -si, el muy gocho quiso repetir macarrones. Gordo, que es un gordo- se despidió excusándose con que debía sacar a pasear a Loki. Claro, tú lo que no querías era recoger la mesa. Poco después de su salida recibí un mensaje que decía que quedábamos directamente en la tienda.

Y ahí estaba yo, básicamente.

Mi pie golpeaba nerviosamente el suelo del local, provocando que alguna que otra mirada se posara en mi figura, avergonzándome por mi poca paciencia.

Presté especial atención a una chica tumbada en uno de los extraños asientos utilizados para tatuar. Se encontraba boca abajo, con ambos brazos colgando a los lados de la camilla, su largo pelo rubio cayendo en cascada por su costado derecho. Podía ver como la aguja formaba lineas rectas sin mucho cuidado, por lo que supuse que eran bigotes.

Poco después pude diferenciar que se trataba un tigre al ver las orejas claramente gatunas remarcadas en tinta negra con reflejos blancos dándole aún más realismo al tatuaje.

Que listo eres, Styles. Te has ganado una galleta.

De vez en cuando las facciones de la chica se contraían, mostrando una ligera mueca de dolor, frunciendo sus cejas y aspirando entre dientes.

En esos momentos mi mente comenzaba a replantearse el asunto del tatuaje. Implicaba agujas, no me gustan las agujas

La puerta a mi derecha se abrió con un golpe seco, mostrando un chico, el cual reconocí como Liam, escondido tras las solapas de su chaqueta de cuero, con la nariz y mejillas rojas por el frío y su cabello cubierto por una gorra negra con detalles en blanco. Giró su cabeza en mi dirección y sonrió con alivio.

-Pensé que te ibas a rajar- comentó dejando su chaqueta colgada en un perchero negro ya repleto de abrigos.

-¿Yo? ¿Rajarme?- reí- Jamás- el aire salió de mi boca en un bufido un tanto exagerado.

Y una mierda, estabas apunto de hacerlo.

El castaño se dispuso a hablar pero fue interrumpido por una mata de pelo naranja colgándose de su cuello y revolviendo su cabello con rapidez.

-¡Payne!- cruzó los brazos por los hombros de Liam y comenzó a menearse- Arre caballo, ¡arre!

-Ed- un suspiro salió de los carnosos labios de Liam, en señal de queja- quita bicho, quita, que me pegas los piojos. Ay, ¡quita!

Comenzaron a dar vueltas alrededor del recibidor llamando la atención de trabajadores y clientes, lo que provocó que varias risas cubrieran el ambiente.

Y conmigo no se ríen. Ya decía yo que nos tendríamos que haber ido a vivir a América.

-¿Liam?- inquirí con las cejas fruncidas mientras dejaba la revista de deportes que tenía en la mano encima de la mesa.

-Oh, perdona Harry. Es que hacia tiempo que Ed y yo no coincidíamos -señaló al zanahorio.

-Y, ¿de qué os conoceis?- mi rostro era la viva imagen de la confusión, como cuando ves uno de esos anuncios japoneses en los que sale un perro jugando al beísbol que acaba anunciando patatas fritas. Me lleve la mano derecha a la oreja y me rasqué el lóbulo paseando mi mirada por los dos chicos frente a mí.

-Trabajo aquí de sábado a miércoles- se encogió de hombros sin darle importancia.

-¡¿Y por qué no me lo dijiste?!- soné bastante alterado, pero no me gustaba nada, repito, nada que me ocultaran cosas, por muy ridículas que fueran.

-Niño- 'Ed' se dirigió a mi esta vez.- no me grites aquí que te echo.- gruñó antes de señalar la puerta con su dedo índice.

-Haya paz, haya paz- Liam intervino poniéndose entre ambos con los brazos estirados, como si nos quisiera separar en caso de que nos peleáramos.

No tengo yo otra cosa que hacer ye pelearme con la zanahoria de los Lunis.

-¿Quién te va a tatuar Harry?- Liam se giró en mi dirección no sin antes mirar a Ed.

-Un tal Luis, creo.- traté de recordar su nombre y no equivocarme, lo cual no conseguí.

-Será Louis- una pequeña risa escapó de los labios del castaño, la cual fue un tanto contagiosa ya que acabé riendo con él bajo la irritada mirada del pelirrojo.

-Eso, eso- le resté importancia escondiendo uno de los salvajes rizos que se escapaban por los bordes del gorro verde que se posaba encima de la selva que tenía por cabello.

Sin darme más tiempo para continuar con la interesante conversación sobre el interesante tatuador que iba a hacerme aquel interesante tatuaje, el cristal a mi costado volvió a abrirse, permitiendo que el viento congelado me calara hasta los huesos por segunda vez.

-Puta puerta- murmuré entre dientes dándole un manotazo para que se cerrara de golpe, lo que provocó que una mancha de vaho con la forma de mi mano quedara marcada durante unos segundos.

-Llegas tarde- Liam le reprochó con una mirada de padre enfadado.

-¿Y qué quieres que haga, aparcar en el buzón de correos?- una queja. Esa voz. Esa irritante y aguda voz.

Louis.

-Eso no es excusa, si tienes que llegar a una hora, llegas y ya está- el de ojos azules rodó los ojos acomodándose el cuello de su chaqueta vaquera con borrego en su interior.

-Cállate ya- andó despreocupadamente hasta la mesa de recepción y se puso de puntillas para alcanzar el borde del mueble y asomarse a ver la libreta con los nombres de la gente que tenía que tatuar.- A ver- sus claros ojos se movieron de un lado a otro leyendo cada nombre hasta dar con el que correspondía a la hora que era.- ¿¡Harry Styles?!- su chilloma voz salió sin pudor alguno, resonando en toda la tienda.

-Soy yo- me encojí internamente en mi asiento, queriendo desaparecer en ese preciso instante.

Se giró al escuchar mi voz, sus ojos ensanchándose casi de manera imperceptible al notar mi presencia, ya que en la posición en la que me encontraba el parecía un gigante, pasando por alto que estando lps dos de pie yo era una cabeza y media mas alto que él.

-Oh- bufó con fastidio- otra vez tú- venga- su mano se extendió con desgana en dirección a las sillas de tatuajes- cuanto menos tardemos, mejor.

done; larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora