I
1915
Un bote arribaba al puerto de Nueva York, un guardia se percató, pero no pudo avisar sobre aquel bote intruso porque fue noqueado por alguien que estaba detrás de él.
El barco ancló y de allí bajaron grandes cajas y jaulas tapadas con grandes telas. Por último, una persona bajó mirando todo el lugar y sonrió levemente. El plan estaba en marcha.
II
—¡Deme todo lo que tenga! ¡¿Me oyó, anciano?! —un tipo con un rifle apuntaba a un hombre detrás de un mostrador.
El pobre anciano solo le quedaba abrir su caja registradora y darle todo el efectivo. De repente las luces del lugar se fueron de golpe. Eso alertó al atracador y el vendedor.
—¡¿Quién anda ahí?! —grito y seguido disparó a la puerta, los vidrios de la puerta se destrozaron en un instante. Pensó que había alguien fuera.
Una persona apareció detrás del ladrón y en menos de unos dos segundos lo desarmo y lanzó contra una pirámide de latas de frejoles. El vendedor no salía del asombro y se acordó de que algunas personas relataban que había un hombre que solía ayudar a la gente.
El tipo abrió la puerta y salió con paciencia de allí, pero antes de irse del todo, lanzó como una especie de red hacia el ladrón para que no escapase. Corrió hacia la acera de en frente y empezó a trepar hasta perderse por los tejados. A lo lejos sonaba la sirena de una patrulla que había escuchado los tiros.
III
Aquel hombre, que salvó a ese anciano vendedor de un robo, estaba saltando edificio tras edificio, lo hacía con una agilidad e impulso fuera de lo normal. Su objetivo era llegar al edificio más grande de esa manzana.
Estaba en la azotea de aquel edificio destino, observaba todo con tranquilidad. La luz de la luna mostraba que vestía con un sombrero negro de ala corta, una gabardina negra, un traje de policía con los botones al lado derecho, un pasamontaña que le cubría todo el rostro y cabello, botas y gafas de esas personas que manejaban los llamados aviones. Dentro tenía una especia de chaleco que usaban a veces los policías para resistir las balas.
Sacó del bolsillo interno de su gabardina sacó unos visores para poder observar los espacios más lejanos. Aquel visor no tenía tanto rango de visión, pero ayudaba el que él tuviera una vista de ave rapaz.
Vio que unos hombres estaban forzando una puerta trasera de un negocio que daba a un callejón y también observo que había un patrullero a cuatro calles.
El hombre se lanzó de la azotea al suelo, pero antes de estar a casi diez metros del suelo, se sujetó del borde de una ventana abierta y redujo la fuerza de su impacto. Procedió a ir en dirección de la patrulla.
El patrullero estaba atento a cualquier incidente, pero fue sorprendido cuando un tipo vestido de gabardina negra rompió una luz delantera del coche y se iba corriendo. No dudaron ni un segundo en seguirlo.
El tipo se había perdido al doblar la esquina, estaban varios minutos inspeccionando los alrededores hasta que se escucharon los gritos de alguien. Condujeron rápidamente hacia la dirección del grito.
Al llegar vieron a unas personas noqueadas y con unas maletas llenas de joyas. Los policías se dieron cuenta que aquella persona los estaba de alguna forma ayudando. Fueron testigos de un relato que solían contarse por hace más de dos años en las calles de Nueva York.
Esos relatos hablaban de un tipo de negro que solía ayudar a los civiles y la policía, inclusive se había escuchado que ese tipo hacía perder mucho dinero a las organizaciones de crimen siciliano, judío e irlandés. Solían llamarle el vigilante. En otras ocasiones, se llamaba el trepamuros por su agilidad al escalar las paredes o araña humana por la red en la que los criminales eran atrapados.
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El cazador (Nace un vigilante)
FanfictionEs los inicios de la primera decada del siglo XX, ubicados a unos años antes de la Primera Guerra Mundial. La ciudad de Nueva York está siendo asaltada, muchos creen que son los comunistas, pero en realidad es algo que tratará de resquebrajar los po...