Introducción

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Me encontraba en la galería mientras se llevaba a cabo una exposición. Ocupaba las oficinas asignadas para los agentes. Haciendo uso de mis facultades administrativas, deseaba formar un balance de mis últimas exposiciones, para lo que solicité a Aurora que me proporcionara un resumen.
Entonces llegó Tony, una chica que hacía sus prácticas profesionales en la asociación con labores administrativas; me entregó los reportes que necesitaba ofreciéndose a ayudarme, así que acepté.
Hicimos un listado con los datos que debía considerar; mientras realizaba el análisis, ella esperaba ansiosa alguna instrucción a la vez que jugaba con un lápiz entre las manos y eso comenzaba a ponerme nerviosa.
-Tony, ¿podrías conseguirme un vaso de café? -le pedí en un intento por lograr que me dejara un momento a solas.
-¡Por supuesto, Jocelyn! Enseguida lo traigo.
Demoró tanto tiempo en volver, que llegué a pensar que había olvidado mi encargo. Varios minutos más tarde, entró en la oficina sujetando el vaso y tuvo suerte de que no se derramara ya que no paraba de temblar mientras me observaba asustada.
-¿Qué pasa, Tony?
-Afuera, hay un hombre, está preguntando por «El hombre del parque».
Volví a hundir la vista en los documentos sin prestar demasiada atención, no obstante, ella insistió.
-Joss, está muy interesado en la obra.
-Tony, esa obra no está a la venta -contesté con monotonía.
-¡Ya lo sabe! Pero es muy obstinado.
-Entonces, hazle ver el gigantesco letrero que indica que la obra no está a la venta, en caso que no lo haya notado -dije poniendo cara de fastidio.
Permaneció de pie pegada a la puerta como si no se atreviera a salir.
-A ver, Tony -agregué haciendo uso de la poca paciencia que me quedaba-. Ve a la oficina de junto y pide a alguno de los asesores que se haga cargo.
-De hecho, está hablando con uno de ellos, insiste en conocer a la autora.
-¡Muy bien, Tony, enseguida voy! -contesté usando un tono que deseaba pareciera cordial-. Por cierto, te agradezco que hayas traído los documentos, creo que ya no necesitaré tus servicios, de seguro debes volver a la asociación.
-Así lo haré -dijo colocando el vaso de café sobre mi escritorio antes de abandonar la oficina.
Por supuesto que no tenía la intención de salir a explicarle a ese hombre lo que estaba escrito con claridad, así que volví a concentrarme en mi balance esperando no ser interrumpida.
No habían pasado cinco minutos cuando entró Gustavo, uno de los administradores de la galería, impidiéndome de nueva cuenta continuar con mi trabajo.
-Jocelyn, afuera hay un hombre...
-Sí, Gustavo -lo interrumpí exasperada-, ya me informaron que están preguntando por «El hombre del parque». ¿Crees que alguien pueda convencer a ese señor, que no está a la venta?
Formulé la pregunta con toda la ironía de la que fui capaz. No podía creer que nadie tuviera los argumentos necesarios para persuadir a un cliente al respecto.
-Creo que no estás comprendiendo, Jocelyn, no se trata de un simple cliente, el caballero, es íntimo amigo del señor Stevens, y un empresario muy importante, considero que deberías hablar con él.
Respiré hondo para eliminar los deseos de asesinar a Gustavo. Me quedaba claro que no existía manera que convencieran a ese señor de desistir de su propósito, así que le aseguré que iría a encontrarme con él en unos minutos.
Una vez que conseguí calmarme un poco, caminé por el largo pasillo incrustando los tacones de los zapatos contra el piso.
Estaba lo bastante cerca del muro en el que permanecía mi pintura, y entonces, lo vi. Me detuve en seco al observar al individuo que la admiraba de espaldas a mí...

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⏰ Última actualización: Jun 13, 2023 ⏰

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