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   Brad volvió a enviarme flores ese viernes, acompañadas de una nota

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   Brad volvió a enviarme flores ese viernes, acompañadas de una nota.

"Estoy emocionado por verte esta noche.

Prometo que haré de nuestra primera cita un momento especial.

-B"

Él era tan... Intenso, y cursi.

¿Son estás cosas las que enamoran a las mujeres normales?, o a todas les causa igual repulsión. Como si mientras más atento fuese conmigo, y más serias pareciesen sus intenciones de cortejarme, mayores fueran mis deseos de salir corriendo...

Pude cancelar esa cita, pero no quise ser grosera. Además, ¿qué tenía que perder? Puede que fuese bueno para mí, el involucrarme con un hombre diferente, uno que fuese vainilla.

Me arreglé, con un vestido de color negro que tenía limpio, y lo acompañé con unas sandalias. Mi cabello lo dejé suelto, en mis ondas naturales. Me apliqué el suficiente maquillaje para disimular mis ojeras, y verme, presentable.

Brad pasó a recogerme a eso de las 7 de la noche. Se bajó del auto, y conversó con mis padres. Pidiendo su permiso, como si aún estuviésemos en la secundaria.

Mamá sonreía de oreja a oreja, y creo que pude ver el símbolo del billete de a dólar reflejado en sus orbes. Porque sabía que era lo que se le estaba pasando por la cabeza; me estaba imaginando, ya casada con ese odontólogo pudiente, que pertenecía a una familia elitista.

Nosotros éramos ricos, pero por causa de la fama, más no por una dinastía, y no es que eso me importase, jamás me sentí avergonzada de que mi padre creciese en un orfanato, o que mi madre proviniese de la clase obrera. Me enorgullecía el cómo habían alcanzado la cima del estrellato en Hollywood, gracias a su talento y esfuerzo.

Pero mamá siempre había tenido complejos, que la hacían sentir menos valiosa que las otras mujeres del Country Club, y la idea de emparentarse con una familia como los Strafford, que tenían antecedentes en la política, era su sueño más grande.

Ella se me acercó, antes de dejarme ir a la cita.

Me tocó por mi rostro, limpiando el excedente de mi lápiz labial con sus dedos, y luego, al oído, me dijo.

—Ni se te ocurra arruinar esta oportunidad, Kristen... Que yo jamás te lo perdonaría.

Salí de la casa junto a Brad, sintiéndome molesta. Ya que una vez más, las palabras de mi madre se habían adherido a mi mente, cuál bacteria que me destruía desde adentro.

—Te ves preciosa —manifestó, al abrirme la puerta del vehículo.

—Gracias...

Él iba vestido mucho más formal que yo. Con un traje clásico, de saco y pantalón negro, con camisa blanca y corbata azul.

Summertime SadnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora